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Pekín se convirtió en un escenario geopolítico complejo el 2 de septiembre, cuando Vladímir Putin, Robert Fico y Xi Jinping coincidieron en las conmemoraciones del fin de la Segunda Guerra Mundial en Asia. El presidente ruso se reunió con el primer ministro eslovaco, elogiando su política exterior “independiente” y la disposición de Bratislava a restablecer lazos económicos con Moscú pese a las sanciones de la UE.

Fico, el único líder de la UE presente, se comprometió a profundizar la cooperación energética, defendiendo el aumento de importaciones de gas ruso por TurkStream y la reanudación de visados para ciudadanos rusos. También prometió plantear a Volodímir Zelenski la “inadmisibilidad” de los ataques ucranianos contra gasoductos que abastecen a Eslovaquia y Hungría.

Putin, por su parte, pidió cortar a Ucrania el acceso a gas y electricidad europeos para presionar a Kyiv y fomentar el fin de la guerra, mientras dijo que Rusia ya no se opone a su ingreso a la UE, pero considera inadmisible la pertenencia a la OTAN. A la vez, describió a su país como una potencia moderada, pese al historial bélico de décadas recientes.

Fico compartió su escepticismo sobre las sanciones y reafirmó el rechazo a la entrada de Ucrania en la OTAN, aunque admitió que las negociaciones para su adhesión a la UE deberían avanzar si cumple las condiciones.

El encuentro coincidió con la profundización de lazos entre Putin y Xi, quienes calificaron la relación bilateral como “sin precedentes”. Xi lo llamó su “viejo amigo” y sellaron acuerdos para aumentar el suministro de gas y lanzar un nuevo gasoducto.

El 3 de septiembre, ya sin Fico, Kim Jong-un llegó a Pekín para reunirse con Putin y Xi. El ruso agradeció al dictador norcoreano el envío de tropas a Ucrania. Analistas advierten que una cooperación trilateral en defensa entre Rusia, China y Corea del Norte se perfila como plausible tras el despliegue de miles de soldados norcoreanos.

Mientras tanto, Putin aseguró que la administración de Donald Trump está “escuchando” los argumentos de Moscú e insinuó un “entendimiento mutuo” sobre la guerra, aunque Washington mantiene la presión con sanciones y aranceles. Las capitales europeas, en cambio, siguen dudando de la disposición de Rusia a ceder y exigen garantías de que la soberanía de Ucrania no será negociada. Más allá del ruido mediático, el statu quo sigue congelado y el frente continúa bastante caliente.

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