México llega a la reunión con el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, con datos contundentes: los homicidios dolosos bajaron 25 por ciento este año, células criminales desmanteladas y capos enviados para ser juzgados.
Y existe esa otra realidad como elefante blanco en el conservatorio: el gobierno de Donald Trump ha impactado en ritmos y contenidos programáticos y retóricos de la seguridad mexicana e indirectamente ha lanzado la imagen de la Presidenta Claudia Sheinbaum como una mandataria capaz de dialogar con un personaje de ese talante.
Los críticos fundamentalistas, duros y los moderados reconocen avances. Es un conjunto de primeras batallas indicativas de una voluntad aceptada como un quiebre para discutir en otros términos la relación entre poder político, crimen organizado y cooperación internacional.
El encuentro programado entre la Presidenta Sheinbaum y Rubio, así como la sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública en la que gobernadores opositores admitieron mejoras en coordinación y resultados, muestran una narrativa de seguridad transitando hacia logros más generalizadamente reconocidos.
Lo que ayer se expuso en el Consejo encabezado por la Presidenta y con la presencia del Gabinete de Seguridad, así como gobernadoras y gobernadores y la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, es consecuencia de una política con énfasis en la coordinación y el trabajo conjunto. Con diferencias porcentuales, prácticamente todas las entidades registran descensos en homicidios dolosos aun cuando se mantengan severas dudas de la capacidad de gestión de algunas personas gobernantes.
El encuentro nacional añadió otro ángulo revelador. La seguridad no admite simulaciones ni regateos: si los homicidios bajan, si las fuerzas federales y locales actúan en conjunto y si la ciudadanía percibe cambios en sus entornos inmediatos, negarlo sería irresponsable. La mandataria de Guanajuato, Libia García, lo expuso.
La coyuntura internacional es clave para dimensionar logros. Estados Unidos, representado por Rubio, se sienta en el inicio de las negociaciones bilaterales en torno a un acuerdo de seguridad cuyos perfiles se han comenzado a poner en práctica precediéndolo.
El contexto y los datos son disruptivos respecto de la noción de un país desesperado por recibir ayuda. México pone ejemplo a la nación con la primera o segunda población más adicta del mundo.
Rubio llega en el umbral de un acuerdo hacia un equilibrio entre justicia y política con el mensaje del interés común por la seguridad y justicia.
El encuentro Sheinbaum-Rubio revela tres elementos: 1) reconocimiento a los avances y corresponsabilidad con decomisos y detenciones, también en tráfico de armas y atención a las adicciones; 2) la disminución en el tránsito de fentanilo a EU de hasta un 50 por ciento y, 3) la caída del 91 por ciento en el flujo migratorio en la frontera.
La relación bilateral está alejada de la subordinación, pero implica conciencia de la magnitud del hegemón.
@guerrerochipres