Redacción
Los presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping sostuvieron en Pekín una reunión que consolidó la alianza estratégica entre Rusia y China, en un contexto de tensiones internacionales y presiones externas. El encuentro derivó en dos anuncios centrales: la reactivación del proyecto de construcción del gasoducto Fuerza de Siberia 2 y la supresión de visas para ciudadanos rusos que realicen estancias cortas en territorio chino.
El gasoducto proyectado recorrerá alrededor de 6 mil 700 kilómetros, desde la península de Yamal hasta China, pasando por Mongolia. De acuerdo con Gazprom, la obra permitirá transportar hasta 50 mil millones de metros cúbicos anuales durante tres décadas, con pagos en rublos y yuanes. Aunque persisten dudas sobre el inicio de la construcción y el precio final del suministro, el proyecto se perfila como uno de los más grandes de la industria energética global.
El acuerdo busca ampliar los flujos de gas ruso hacia China y reducir la dependencia del mercado europeo, al tiempo que ofrece a Pekín una fuente más económica y cercana de energía. Analistas señalan que la coyuntura internacional y las medidas adoptadas por la administración de Donald Trump fortalecieron la disposición de ambos gobiernos para avanzar en este tipo de cooperación.
En paralelo, el gobierno chino anunció que a partir del 15 de septiembre los ciudadanos rusos con pasaporte ordinario podrán ingresar a su territorio sin necesidad de visa, con una estancia máxima de 30 días. La medida se aplicará de manera experimental durante un año y complementa los acuerdos previos que ya facilitaban el turismo organizado.
La relación bilateral también incluyó la firma de 22 memorandos de cooperación en diversos sectores, lo que confirma la intención de ambas potencias de profundizar sus vínculos estratégicos en materia energética, económica y diplomática.