El anuncio es grande, abarca una barda completa y se ve la actriz Sydney Sweeney vestida por completo en ropa de mezclilla.
Del anuncio llama por completo la atención el pelo dorado, los ojos azules y grandes de la actriz y modelo. Sería uno de los miles de espectaculares que se ven en Ciudad de México en casi cualquier barda, edificio o estructura libre. (De la contaminación visual hablamos otro día), pero hay un par de detalles que deberían tenernos en una protesta estridente.
Mi queja hoy viene por varios motivos. El primero, la frase del anuncio está en inglés. Si bien los espectaculares están mayormente en el corredor Roma, Condesa, Polanco, Las Lomas donde hay un buen grupo de población que entiende perfecto el inglés, no se tradujo el mensaje al español.
La frase es: “Sydney Sweeney has great jeans”. No está la traducción: “Sydney Sweeney tiene buenos pantalones” para no quitar el juego de palabras entre ‘jeans’, o pantalones de mezclilla y ‘genes’, o herencia genética, que suenan igual en inglés.
Después, está la razón por la que no se tradujo el mensaje. La intención de la campaña es jugar con el concepto de que hay un buen tipo de genes. Por asociación, los genes son aquellos que hacen a las personas blancas, altas, delgadas y rubias.
La queja que estoy trayendo a colación no es nueva. Desde que salió la campaña publicitaria en julio en Estados Unidos, las quejas, con razón, van desde que la compañía abandonó una política de inclusión, donde había incorporado una variedad de modelos de diversidad étnica y prototipos de belleza para concentrarse en el típico esquema de mujeres rubias y delgadas hasta que la campaña promueve una política de supremacía de cierta raza.
Pero para mí lo más grave es que ese mismo debate que se dio en Estados Unidos se trajo a México, donde la mayoría de la población no comparte esas características físicas.
Es decir, no solo importamos ropa, costumbres, sino que aceptamos sin filtro alguno una campaña que explícitamente va en un afán de discriminación.
Cuando vi el primer anuncio pensé que era una excepción, algún error de ubicación o un contrato perdido. Pero caminar por la colonia Condesa y la Roma me sacó de mi error. Los anuncios son varios y en distintos puntos. Todos con la frase en inglés. Quizá si la traducción se hubiera hecho podríamos pensar que la intención era velada, pero se conservó deliberadamente.
Según la normatividad para anuncios exteriores de Ciudad de México, se debería asegurar que “la comunicación visual publicitaria esté libre de mensajes de discriminación motivada por origen étnico o nacional, género, edad, discapacidad, preferencia sexual, estado civil, religión, condición social y cualquier otra que atente contra la dignidad humana”.
¿Entonces? Y aquí la duda genuina: ¿con quién nos quejamos? y sobre todo, ¿quién supervisa para que eso de inicio no llegue a la publicidad en México?
@Micmoya