Ultimo Messaggio

Advertencia ¿Será?/ Emotivo cierre

 

                                          En la cima de la ira, detente
                                                                     Lao-Tsé

Un arranque súbito de enojo, incluso una explosión inusual de ira o de incontrolable furia, no son evitables, si no son previsibles. Pero aclaremos de una vez que estas líneas no son para quienes siempre tienen “motivos válidos” para ceder a este tipo de emociones, sino para aquellos que las detestan, se las reprochan y se autocastigan después.

El yo más primitivo, el más reactivo, nunca se va, porque es inherente a la naturaleza humana; siempre está ahí salvaguardando nuestra seguridad y presto a tomar el control cuando lo considera necesario. Si usted no conoce sus detonadores, él sí. Si no está consciente de que sobrerreacciona, no a lo que le sucede, sino a lo que contraría sus expectativas ocultas y activa sus miedos, los mecanismos de defensa harán de las suyas.

En esos instantes no se trata ya de encontrar todas las justificaciones que hagan falta para que se quede convencido de que su arranque era natural o necesario, ni de prometerse que nunca más se repetirá; no, el verdadero punto de inflexión es lo que hace en los segundos inmediatos, cuando todavía puede decidir si arrastra a otro en su caída. El problema no es explotar, sino herir a quienes ama, o a cualquier otra persona que tuvo el infortunio de estar cerca o verse de alguna manera involucrada.

Quien ha vivido el remordimiento posterior a un estallido sabe que no hay consuelo suficiente para la herida infligida ni autoengaño capaz de enmascarar las consecuencias que se avecinan.  La defensa más antigua e inconsciente del ego: proyectar la incomodidad hacia fuera y posteriormente endurecerse para no sentir la vergüenza que arde por dentro, es desafortunadamente una de las formas más comunes en que todos nos relacionamos. Pero, a menos que la furia realmente lo ciegue, siempre hay una vocecita en medio de la tormenta emocional que nos dice ¡para!

Lo más común es, en lugar de detenernos, tirarnos al precipicio. Es el mismo ciclo del bebedor que nunca puede retirarse por completo, porque tras la primera copa indebida, decide vaciar la botella completa: si ya falló, que la caída sea entera. Así una y otra vez. De la misma forma funciona el desborde emocional, nos vamos hasta el fondo, porque detenerse sería mirar de frente la decepción propia. Se repite y se repite hasta que se cae en una espiral de hundimiento, un vórtice de colapso.

Sin embargo, la vocecita, aunque sutil, es poderosa. Si aprendemos a atenderla a tiempo podemos pasar a la siguiente fase para detener todo exabrupto: abrazarse. Sí, abrazarse, un gesto corporal tan simple como insólito, no como un acto de ternura superficial ni como un recurso de autoayuda enlatada, sino como un anclaje inmediato que dice: “me autocontengo en mi malestar”. Carl Rogers lo entendía como aceptación incondicional de uno mismo, no para perpetuar el error, sino para crear el único terreno desde el cual es posible corregirlo; y la neurociencia ha comenzado a medirlo: el contacto físico consigo mismo, puede reducir en minutos la respuesta de estrés, activando oxitocina y apagando la sobrecarga de adrenalina que alimenta el estallido.

Abrazarse evita avergonzarse y autorrechazarse, en consecuencia. El abrazo no aprueba lo que se hizo, pero devuelve el control en el instante en que se está a punto de perderlo completamente. No se trata de tapar lo ocurrido ni de minimizarlo; sino de nombrarlo sin excusas, de reconocer la expectativa frustrada que lo detonó, de decir con claridad que se debió a uno mismo y no a otro.

En la espiral del hundimiento, ese segundo en que decide abrazarse, en lugar de continuar cayendo, puede no cambiar el pasado inmediato, pero sí el curso de lo que sigue. En ese segundo en que los brazos propios se convierten en refugio, uno se mira sin la condena que perpetúa el daño. No es indulgencia, es detener el derrumbe.

 

    @F_DeLasFuentes

deslafuentesopina@gmail.com

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *