En la frontera México–Estados Unidos, el cielo se convirtió en un espacio en disputa. Lo que hace dos décadas estaba casi exclusivamente bajo control de la Patrulla Fronteriza, hoy involucra también a policías locales, guardias estatales y cuerpos de bomberos, que utilizan drones equipados con inteligencia artificial (IA) para vigilar el desierto, en medio del llamado de Donald Trump a declarar emergencia fronteriza por el ingreso de migrantes ilegales y el tráfico de drogas.
Estados a la vanguardia
Arizona, Texas y Nuevo México lideran esta transformación. En el condado de Cochise, Arizona, que comparte 135 kilómetros con México, el alguacil puso en marcha un programa piloto con drones de la firma canadiense Draganfly. Estas aeronaves, dotadas de cámaras térmicas y sistemas de IA, pueden operar de noche, recrear escenas de accidentes en minutos y guiar a los agentes con precisión GPS.
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En Laredo, Texas, estado bastión del Partido Republicano, la policía adopta el sistema “Drone as First Responder”: ante una llamada al 911, un dron despega en menos de tres minutos para seguir persecuciones, evaluar si un sospechoso está armado o incluso entregar Narcan en casos de sobredosis.
En Sunland Park, Nuevo México, policía y bomberos los utilizan para localizar migrantes y excursionistas extraviados en zonas como Mount Cristo Rey o el río Bravo. La Guardia Nacional de Texas y la Policía Estatal de Nuevo México también han incorporado estas aeronaves a sus operativos.
Ojos que analizan
La IA a bordo permite un procesamiento en tiempo real: analiza imágenes ópticas y térmicas mientras vuela, identifica patrones (personas, vehículos, armas), los clasifica y geolocaliza, predice rutas y, si es necesario, sigue un objetivo de manera autónoma. Con sensores capaces de detectar calor corporal o de motores a kilómetros, facilitan rescates y operaciones nocturnas, además de documentar escenas para investigaciones en cuestión de minutos.
Su despliegue responde a un contexto de recursos limitados: el uso de drones por cuerpos policiales en Estados Unidos creció 150 por ciento desde 2018, impulsado por la escasez de personal y recortes presupuestales. A diferencia de los modelos comerciales, estos dispositivos pueden volar durante horas, medir signos vitales a 500 metros y cubrir grandes extensiones en poco tiempo.
Drones del otro lado
Pero la batalla tecnológica no es unilateral. El Departamento de Seguridad Nacional ha detectado que, solo en la segunda mitad de 2024, drones operados por cárteles mexicanos realizaron más de 27 mil vuelos cerca de la frontera, la mayoría nocturnos.
Algunas aeronaves alcanzan 160 km/h, cargan hasta 45 kilos y en territorio mexicano han sido empleados para lanzar explosivos contra rivales, aunque sin incidentes registrados en suelo estadounidense.
Origen y debate
La idea de un “muro virtual” no es nueva. Desde 2005, con el uso de drones Predator B, y tras iniciativas como el fallido SBInet, el objetivo ha sido reforzar la vigilancia mediante tecnología avanzada.
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Hoy, con la IA, ese concepto alcanza una dimensión inédita: un sistema invisible, autónomo y en constante aprendizaje que vigila, documenta y actúa.
Organizaciones civiles advierten que, aunque las aeronaves utilizadas por autoridades no poseen capacidad ofensiva, su proliferación plantea debates sobre privacidad y control.