Hemos cruzado el ecuador de este 2025 y todo continúa igual de enrevesado. La situación entre Ucrania y Rusia, lejos de que se vaya arreglando, se ha enredado aún más.
Donald Trump prometió acabar con la guerra en cuanto llegara al poder. Pero no logra domar a un Vladimir Putin que sigue fuerte y que, en efecto, lo es. Cambian los escenarios y Trump se marcha ahora con Zelenski. Le apoyarán con nuevos cohetes antimisiles pero le pasa la factura a los europeos, encabezados por Ursula von der Leyen.
En Oriente Medio la situación es peor. El que parezca que la situación está aletargada no quiere decir que se haya solucionado.
En Gaza el gobierno de Benjamín Netanyahu sigue golpeando la Franja de manera implacable. Insisto que es el gobierno de Netanyahu porque la sociedad civil israelí está cansada y quiere una paz de verdad. Pero con tal de que Netanyahu no termine en la cárcel es capaz de morir matando y hacer que la guerra continúe.
Israel se ha ocupado de diezmar al resto de los países vecinos. Están golpeados; algunos, sin embargo, no están muertos. La unión de todos puede hacer mucho daño a Israel.
Por último, Irán guarda silencio ante los impactos de los misiles estadounidenses contra sus instalaciones nucleares. Los persas son hábiles y saben cuándo y cómo golpear. Lo harán.
Esta concatenación de guerras ha dado lugar a la posibilidad —nada remota— de una guerra a gran escala con repercusiones nucleares. Si eso llegara a pasar entonces, entonces nos arrastrarían a todos al baile.
@pelaez_alberto