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Al despertar se encontró convertido en un monstruoso insecto. Así comienza Franz Kafka su Metamorfosis. Así se va descubriendo el movimiento obradorista tras años de deterioro institucional, incompetencia e irresponsables decisiones. El movimiento comienza a mostrarse como un monstruo sin control. No hay certeza de que hoy, en el contexto que vivimos y con el perjudicial legado del líder moral de la autollamada Cuarta Transformación, la Presidenta pueda enderezar el camino, aun cuando en su gobierno se observe mayor capacidad y dirección.

Diversas plumas le han dedicado mucha tinta al tema de Adán Augusto López, líder del partido oficialista en el Senado. Señalado por haber nombrado secretario de seguridad —cuando era gobernador de Tabasco—, al hoy prófugo de la justicia, Hernán Bermúdez Requena, ha sido despreciado por simpatizantes e integrantes de Morena. Algunos se dicen indignados, otros sorprendidos, de que se permita que este tipo de funcionarios pertenezcan a este instituto político. Pareciera que existe una ceguera colectiva que impide ver que él —y personajes similares—, son más regla que excepción.

Quienes hablan de loables objetivos —todavía no cumplidos— de López Obrador, omiten mencionar lo que sí logró de forma contundente: un cambio de régimen hacia uno de concentración de poder y erosión institucional.

Con una ilegal mayoría calificada en la Cámara de Diputados que dista de ser representativa de los votos otorgados por la población; otra en el Senado, conseguida mediante el abuso de poder, se ha perfilado un modelo político de tintes totalitarios que incluye la captura del Poder Judicial y su Tribunal Electoral, la eliminación (y/o cooptación) de contrapesos, la supremacía constitucional, la militarización, la pérdida de derechos ciudadanos y un largo etcétera, desmantelando el Estado de derecho y poniendo en riesgo el futuro del país.

Los que hoy se deslindan del también exsecretario de Gobernación de López Obrador, olvidan que ellos han avalado y formado parte de las inconscientes decisiones —y omisiones— del expresidente.

La inversión no llega, al contrario, se va; la economía se tambalea mientras enfrentamos un problema de finanzas públicas serio. La principal bandera de atender a los marginados se ha izado con una estrategia que sangra al erario, pero no genera prosperidad ni acceso digno a la salud u otros servicios básicos. Programas sociales implementados sin análisis, control, seguimiento, ni evaluación, son utilizados políticamente. Nuestro sistema de educación muestra ya un gran deterioro. La corrupción, boyante.

La inseguridad y la violencia, así como el poder del crimen organizado —a pesar de los esfuerzos realizados—, tienen a la sociedad hundida en el miedo y el desamparo. Por si fuera poco, cada vez brotan más acciones de censura que buscan silenciar la crítica. Siete años de idealizar un proyecto que ha logrado poco y destruido mucho.

Mientras tanto, los comprometidos del movimiento, dan en el Senado un minuto de aplausos a Ozzy Osbourne, cuando, en cambio, han dado la espalda a miles de desaparecidos, enfermos y asesinados de este país.

El verdadero elefante en la habitación no es Adán Augusto, es el monstruoso legado de Andrés Manuel López Obrador.

 

    @isilop

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