Para contribuir a lo obvio, hay que decir que todos los gobiernos en una medida u otra, pero sobre todo el régimen que se instaló entre nosotros (o sobre nosotros) el sexenio pasado, se dedican a vender esperanzas. Sugerencia fraternal para los colegas de los medios: dedicarnos un poco menos al negocio de reproducir esperanzas ajenas, o sea, oficiales, y un poco más –se hace, pero no lo suficiente– a consignar hechos. Van ejemplos recientes.
El Gobierno anuncia que confía en que para noviembre, más o menos, va a estar erradicado el sarampión: esperanza. Hechos: que el sarampión lleva ya varios muertos, que volvió con AMLO tras décadas de ausencia y que, al día de hoy, sigue sin irse.
Esperanza: ora sí, ya se va a acabar el desabasto de medicamentos, y además con un ahorro de 50 mil millones de pesos. Hechos: el desabasto, otra invención del obradorato –que por supuesto explica lo del sarampión–, sigue golpeando a los mexicanos, sobre todo a los más pobres. Encima, el Gobierno decide ahorrar en eso, cuando acaba de meterle oooootro dinero a Pemex, que –pese al muy mínimo repunte de los días pasados– nomás no sale, ni saldrá, de la bancarrota de facto.
Esperanza: el Gobierno ha hecho todo lo que está en sus manos y confía en llegar a un acuerdo sobre los aranceles con EU. Hecho: los Estados Unidos ya nos han ido recetando arancelazos sin piedad, dan señales de franca y justificada enemistad con México por el crimen organizado y estamos a 24 horas de que nos sorrajen un 30 por ciento que ni a sus peores enemigos –en el supuesto de que sus peores enemigos no seamos, a estas alturas, nosotros–. Aranceliza que va a terminar de poner en la lona a una economía ya muerta, entre otras razones, por la reforma al Poder Judicial, que es un cuartelazo que deja sin certezas jurídicas a los inversionistas.
Esperanza: el Gobierno de la Ciudad de México va a enfrentar por fin la crisis de la gentrificación, con una serie de medidas anunciadas en días recientes por la jefa de Gobierno, Clara Brugada. Hecho: el Gobierno chilango se dedica a sentenciar la gentrificación sin datos en la mano, pero con afirmaciones de valor universal rodeadas de tufo ideológico y pretende no sólo ponerse a construir casas en la ciudad, con la falta de transparencia y eficacia que le conocemos, si no determinar cuánto vas a cobrar tú, ciudadano, de renta, en una chirriante invasión de la propiedad privada como no se había visto en este país –y miren que hay antecedentes.
En fin. Tenemos un pendientito, colegas.
@juliopatan09