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Las historias de las personas desaparecidas no empezaron en este sexenio, ni en el anterior, ni en el anterior a ese. El ingreso más antiguo en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas es del 31 de diciembre de 1952.

Desde entonces y hasta ayer, el registro de personas acumulaba 370 mil 442 personas, de las cuales 122 mil están desaparecidas.

Por eso creo que no debería haber una línea política a la hora de construir consensos, a la hora de conformar equipos.

Los esfuerzos deberían estar concentrados en localizar a las personas, terminar con la búsqueda constante de familiares, colectivos y organizaciones que vuelvan su tiempo y su energía en escarbar registros, tierra, lugares para encontrar a sus personas queridas.

Pero la búsqueda de los desaparecidos tiene una mala constante que es la dificultad de construir un trabajo conjunto con el Estado, al mismo tiempo tiene una profunda necesidad de cooperación con las autoridades, de acompañamiento, de justicia.

Por eso creo que la renuncia de Teresa Guadalupe Reyes Sahagún a la Comisión Nacional de Búsqueda, puede ser una oportunidad para plantear un nuevo modelo para encontrar a las personas desaparecidas.

Hasta ahora se han acercado al menos 44 personas para sustituir a Reyes Sahagún, de las cuales, según la lista presentada a las comisiones de Gobernación y Derechos Humanos del Senado, 12 son familiares de desaparecidos, 11 representantes de organizaciones civiles y 21 especialistas.

El acercamiento de la sociedad civil y de los colectivos es una muestra de lo cercano y doloroso que es el proceso cuando se lleva lejos de la ayuda del estado.

José Andrés Méndez Ñeco, uno de los integrantes de un colectivo de búsqueda “Amor por los desaparecidos de Tamaulipas” remarcó que se requiere el trabajo de los tres órdenes de gobierno porque  cuando se logra una cooperación con los distintos órdenes de gobierno, se alcanzan mejores resultados y más duraderos.

Los motivos para los familiares de ocupar el puesto en el gobierno van desde el acompañamiento como la reforma de la Comisión Nacional de Búsqueda. Y es aquí donde el proceso de designación puede tornarse complejo, porque las familias urgen una acción de las autoridades que hasta ahora no ha logrado ser suficiente.

Por eso, y aquí la duda genuina: ¿quién debería buscar a nuestros desaparecidos?

Alejandrina Orozco, una de las muchas madres buscadoras asegura que ella ha sido víctima reiterada de las fiscalías y hay quienes refieren en la misma proporción poca ayuda de los gobiernos estatales como un afán efectivo de cooperación pero con falta de recursos o poco personal que los acompañe.

Pero, si bien las familias y los colectivos tienen derecho a una voz potente, el cargo también debe de tener conocimientos técnicos, oficio para llevar y contener todo lo que implica una tarea tan delicada como encontrar desaparecidos en un país amplio y diverso como el nuestro.

Lo que sigue es una tarea que no se adivina sencilla.

 

     @Micmoya

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