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Parece que a la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, le importa más fijar en la narrativa que la maestra secuestrada, vejada, humillada y finalmente fallecida, haya muerto de un infarto y no fusilada.

 

El resultado sigue siendo el mismo: la mataron.

 

Nahle, que no se ha caracterizado por su empatía con sus gobernados, reafirmó que la maestra jubilada Irma Hernández, secuestrada por un grupo mafiosos que opera desde hace años en el norte de Veracruz, “murió de un infarto, les guste o no’’.

 

Ah, no, pues qué consuelo debieron sentir la familia de la profesora y el resto de la población jarocha.

 

No se trata solo de una muerte, sino del mensaje que envía ese lamentable deceso.

 

Primero, el de la impunidad.

 

Que un comando te secuestre, te obligue a grabar un video para advertirle a otros taxistas que pagan o serán ejecutados, genera un sentimiento de indefensión y después de furia, porque se entiende que cualquier ciudadano de bien puede correr la misma suerte.

 

Nahle dijo que hay tres detenidos por el asesinato de la profesora “y que podría haber más involucrados’’, cuando el video aparece una docena de sujetos con armas largas presionando a la profesora.

 

La gobernadora y el médico legista que hizo la autopsia utilizaron la palabra “violentada’’ como un eufemismo para restarle dramatismo al caso.

 

¿Qué es “violentada”? ¿Torturada? ¿Violada? ¿Por eso se infartó, cuando era torturada?

 

Fiel a la retórica de la 4T, la gobernadora de Veracruz acusa que el tema se infló desde los medios de la capital; no es que se haya “inflado’’ el caso desde la CDMX, es que en Veracruz la violencia en contra de los periodistas locales ha impuesto la autocensura como una manera de sobrevivir.

 

No es la causa de la muerte, sino las causas no atendidas por el gobierno que permiten la existencia de esos grupos lo que indigna al país, no solo a los veracruzanos.

 

Le guste o no.

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La semana pasada se cumplió un año del secuestro y extradición forzada de Ismael Zambada, El Mayo, y en las notas respectivas se dio poco espacio al asesinato del exrector de la UAS y diputado federal electo del PRI, Héctor Melesio Cuén Ojeda.

 

Aunque la propia Fiscalía General de la República, a cargo de Alejandro Gertz Manero, estableció con precisión que la exfiscal de Sinaloa, Sara Bruna Quiñones, mintió descaradamente, manipuló pruebas e hizo un montaje para encubrir el hecho de que Cuén fue asesinado en el mismo lugar en el que fue secuestrado El Mayo, parece que no hay avances en la investigación.

 

Sara Bruna hizo un video para declarar que Cuén había sido asesinado en una gasolinería presuntamente en un intento de asalto, pero fue tan burdo el montaje, que Gertz lo desmintió en horas.

 

El caso es que la exfiscal, amiga del gobernador, ni siquiera está prófuga porque, al menos públicamente, no se conoce que haya una orden de aprehensión en su contra a pesar de tooodosss los indicios en su contra.

 

¿A quién está protegiendo?

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En la guerra por los servicios de internet y televisión por streaming, Totalplay anunció buenos resultados obtenidos durante el segundo trimestre del año.

 

La empresa del Grupo Salinas anunció que su EBITDA aumentó 6% en el periodo, comparado con el mismo periodo del año anterior, su utilidad bruta 11% (para llegar a los 9,921 millones de pesos) y registró un incremento del 7% en su número de suscriptores para llegar a los 5 millones 359,675, entre ellos 67,631 pequeñas y medianas empresas.

 

Nada mal.

 

    @adriantrejo

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