Por primera vez en la historia de Colombia, un expresidente quedó declarado culpable en juicio penal. Álvaro Uribe, figura central de la política colombiana del siglo XXI, fue declarado responsable de intentar sobornar a un exparamilitar para que modificara su testimonio y no lo vinculara con grupos armados de ultraderecha. La decisión judicial marca un parteaguas en el país y sacude los cimientos de la derecha conservadora.
El soborno “ha quedado acreditado”, sentenció la jueza a cargo del caso, quien también halló a Uribe culpable de fraude procesal. El exmandatario siguió la audiencia de forma virtual, negando con la cabeza al escuchar el veredicto. La pena podría alcanzar hasta 12 años de prisión, aunque la condena será apelable.
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El proceso se remonta a 2012, cuando Uribe acusó al entonces congresista Iván Cepeda de manipular testimonios de paramilitares presos. Pero en 2018, la Corte Suprema dio un giro y puso bajo la lupa al propio Uribe, sospechando que él habría intentado alterar declaraciones judiciales. La evidencia incluyó audios interceptados y un video grabado con un “reloj espía” en el que uno de sus abogados ofrecía beneficios al testigo clave.
Álvaro Uribe perdió el fuero en 2022
AFP
En 2020, Uribe renunció al Senado y perdió su fuero, lo que trasladó el caso a la justicia ordinaria. Tras un cambio en la fiscalía en 2024, convocaron a más de 90 testigos. El expresidente defendió su inocencia, atribuyendo el juicio a una “venganza” orquestada por la izquierda, las FARC y su rival político, Juan Manuel Santos.
La reacción pública fue inmediata: simpatizantes y detractores se enfrentaron afuera del tribunal, al grito de “Uribe inocente” y “Uribe paraco”. El senador estadounidense Marco Rubio criticó el fallo, mientras que el presidente Petro llamó a proteger la integridad de la jueza.
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El caso golpea al Centro Democrático, partido que fundó Álvaro Uribe y principal opositor del actual gobierno, a menos de un año de las elecciones presidenciales. La figura del exmandatario, alabada por su ofensiva contra las guerrillas pero manchada por denuncias de abusos, enfrenta ahora su capítulo más crítico: el de la rendición de cuentas.