Nada se compara a eventos similares anteriores.
El ánimo popular para los Juegos Olímpicos de 1968 y los campeonatos mundiales de 1970 y 1986 era de fiesta y se esperaban con ansia.
Para los Juegos se inauguró una ruta de monumentos, se construyeron espacios para muchas disciplinas y hasta se levantó la Villa Olímpica, donde se albergó a los deportistas.
Para el Mundial de 1970, con la Selección Brasileña como gran atractivo y Edson Arantes do Nascimento, Pelé, como gran estrella, México era una fiesta más allá de las ciudades sede.
En el Mundial de 1986 -Argentina como triunfador sorpresa de la mano de Dios de Diego Armando Maradona– hubo también plena entrega y grandes concentraciones en el Ángel de la Independencia tras los triunfos inesperados de la Selección Mexicana y su entrenador Bora Milutinovic.
En el inter hubo otros sucesos como mundiales juveniles -Sub 20 a principios de los ochenta y Sub 17 en 2011, con México como campeón- también con gran interés y asistencia a los estadios.
AMAGOS DE TRUMP
Ahora no hay la misma predisposición.
Influyen muchos fenómenos como la mercadotecnia, el alto precio de los boletos, el acaparamiento de los mismos y la excesiva comercialización tanto en cuanto a movilidad como en los contratos televisivos de la FIFA.
La salvación para millones serán las transmisiones abiertas de TelevisaUnivision.
Para colmo, las sombras ominosas incluyen desde hechos violentos -ayer fue asesinado un empresario venezolano al llegar al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México- y las amenazas de Donald Trump.
El magnate ha dispuesto el control de Estados Unidos de los vuelos internacionales bilaterales y, para desgracia de los aficionados, millones se verán impedidos de asistir a partidos en ese país y en Canadá.
La Ciudad de México, ha dicho la jefa de Gobierno Clara Brugada, espera cinco millones y medio de visitantes aunque tal vez -leyes anti gentrificación aparte- no haya suficiente infraestructura para recibirlos y hospedarlos.
Trump cuestiona el uso del aeropuerto construido por López Obrador, el AIFA, y al exigir el regreso de slots quitados en el AICM al aerotransporte de carga su intransigencia pone en riesgo la herencia turística tras un evento mundial.
Aún así, se espera una derrama superior a mil 800 millones de dólares.
ENTRE AIFA Y AICM
Poco se ha dicho, pero Estados Unidos sigue con su monitoreo en otros aspectos de la aviación comercial.
Uno de ellos es la capacitación de personal, porque advierte deficiencias tanto en la cantidad como en la calidad de personal altamente calificado, en especial los controladores aéreos.
Si en 2021 rebajó la calificación a México y lo mandó a categoría dos, nada garantiza nuevas acciones en ese sentido y sobre todo tras el incidente registrado el lunes, del cual dijo la presidenta Claudia Sheinbaum:
“Afortunadamente no pasó a mayores” con un avión de Delta y otro de Aeroméxico en el Aeropuerto Benito Juárez, “y se están tomando las medidas, primero para saber exactamente qué ocurrió (…) y segundo para que no vuelva a ocurrir”.
Ante la falta de controladores, se capacita con urgencia a nuevas generaciones, pero con cursos cortos: se les quiere mandar a servicio con seis meses de instrucción, pero las normas internacionales recomiendan por lo menos tres años.
@urenajose1