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Arturo Goa escuchó hace unos años sobre la gentrificación en CDMX y sus efectos; nunca pensó que en 2022 viviría en carne propia la desgracia de tener que dejar su hogar, pese a contar con un contrato anual, junto con 25 personas, de 10 departamentos, que se quedaron en la calle.

“Yo vivía en Tonalá 187, en la colonia Roma, Norte, con un roomie y, un día simplemente nos mandaron una hoja en la cual nos pedían desalojar el inmueble”, relató.

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La solicitud llegó en julio, varios meses antes de que venciera el contrato en diciembre. El aviso incluía una advertencia clara: “Tienen un lapso máximo de dos semanas para abandonar el lugar”, recordó.

Arturo pidió una explicación al casero, quien le justificó que el edificio sería remodelado. Sin embargo, buscó al encargado del inmueble para exponer la violación a su contrato; lo único que obtuvo fueron otros cinco días de tolerancia para desalojar y la devolución de un mes de renta.

“Otros chicos sí accedieron a la demanda de que dejara el departamento y se fueron, pero nosotros no veíamos como que estuvieran arreglando ningún depa o le estuvieran dando mantenimiento, sino que se iban quedando vacíos hasta que nos tocó a nosotros”, dijo.

Resignacion ante abuso

Ante la emergencia, el afectado encontró un departamento en el que la renta era de 7 mil 500 pesos, dos mil pesos más de lo que pagaba en el primero, un golpe a su economía al que tuvo que acostumbrarse.

Goa explicó que 25 personas que vivían en 10 departamentos del edificio en Tonalá 187 dejaron el lugar, luego de haber formado vínculos de amistad y apoyo mutuo en sus trabajos.

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“Yo vivía muy a gusto en ese departamento, me dejó enojo, porque yo no tenía planificado un cambio casa“, lamentó.

La situación trascendió, otros vecinos observaron un tránsito de personas extranjeras y, al consultar, les dijeron que el edificio era de Airbnb y todos estaban ocupados por gente extranjera, puntualizó.

Goa tenía conocimiento de la gentrificación, pero no pensó que pudiera ser un afectado.

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