Redacción
Donald Trump dirigió nuevos ataques contra Barack Obama al señalarlo por presunta traición, en medio de un contexto político agitado por el caso Epstein y los recuerdos aún vigentes de la interferencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016. El actual mandatario intensificó sus señalamientos al sugerir incluso que su antecesor debería enfrentar consecuencias legales por una supuesta conspiración.
La oficina de Obama respondió a través de un comunicado en el que se desestimaron las acusaciones y se señaló que buscan desviar la atención de otros asuntos que rodean a la presidencia actual. El texto defendió la integridad del exmandatario y calificó las declaraciones como un intento por modificar el enfoque del debate público.
En el mensaje, también se hizo referencia al documento publicado recientemente sobre la injerencia rusa. Según el comunicado, ese texto no contradice lo que múltiples instancias ya han establecido: que Rusia sí intervino en las elecciones, pero no logró alterar los resultados. Esta interpretación coincide con el análisis del Comité de Inteligencia del Senado, presentado en 2020.
El cruce entre ambos expresidentes ocurre en un momento donde las tensiones políticas resurgen por investigaciones no resueltas y casos judiciales abiertos que involucran figuras clave del ámbito nacional. La estrategia de Trump, al poner el foco en Obama, se lee como una forma de ganar terreno en medio de las críticas que enfrenta.
En los últimos días, Trump ha insistido en reforzar la narrativa de una “caza de brujas”, apelando a un discurso confrontativo que busca retomar temas del pasado para influir en la opinión pública. Mientras tanto, desde el entorno de Obama se insiste en mantener una postura institucional, aunque con respuestas puntuales cuando los señalamientos superan ciertos límites.