“Antes de la guerra, solía bordar para ocasiones felices, pero hoy coso mi dolor”, dice Maha al Daya desde su estudio en París, donde las noticias sobre la guerra en Gaza suenan de fondo.
Maha, su esposo y sus tres hijos huyeron de la Franja de Gaza tras el inicio de la guerra en octubre de 2023 y obtuvieron un visado humanitario para Francia. En sus bordados, la artista gazatí de 41 años transforma la angustia en puntadas: sobre telas apagadas escribe frases como “Stop genocidio” y marca zonas destruidas de Gaza con hilo rojo.
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Tras pasar meses desplazada dentro del territorio palestino, viviendo en casas prestadas y tiendas improvisadas, logró salir por Egipto con ayuda de una red solidaria. En El Cairo retomó el bordado y su esposo la pintura. “Éramos como pájaros liberados de una jaula”, recuerda.
Gracias a un programa de apoyo a artistas en riesgo, fueron aceptados por Sciences Po y la Universidad de Columbia en París. Hoy vive con su familia en una residencia universitaria.
Sus hijos regresaron a la escuela y ella estudia francés.“Cuando llegué aquí era feliz, pero al mismo tiempo hay una especie de dolor interno. Mientras haya guerra allá, es difícil encontrar la paz”, concluye.