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Desde el actual morenismo, con la muy poco avezada Luisa María Alcalde Luján al frente, queda claro que el “nosotros no somos iguales” que Andrés Manuel López Obrador empleó durante años como arenga de batalla, ha quedado reducido a una patética muletilla oral que ya no emociona ni espanta a nadie. Ni a ellos ni a sus adversarios.

Y es que, ante el tonelaje contundente y demoledor de los escándalos acumulados desde que el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) tomó el control político del país, no queda más remedio que obsequiarles la razón. Efectivamente: no son iguales…

Y para botón de muestra basta con remover un poco la trama en la que está involucrado el senador tabasqueño, Adán Augusto López Hernández, a quien en lugar de exhortarlo a que solicite licencia en la Cámara Alta y se presente ante las autoridades para aclarar qué tan involucrado está con el pillo Hernán Bermúdez Requena (en estos momentos prófugo de la justicia), su exsecretario de Seguridad cuando fue gobernador en Tabasco, prefirieron apoyarlo con un eufórico “¡no estás solo!, ¡no estás solo!”.

¿En serio no piensan mover un dedo para llegar al fondo de este delicadísimo asunto que, de no manejarlo apropiadamente, podría cobrarles una factura muy alta de cara a las elecciones intermedias del 2027? El costo político a pagar, en caso de que decidan no hacer nada, será enorme.

Así que, por su propio bien, ya deberían de empezar a desmarcarse del autoengaño en el que viven de que los de enfrente, sus adversarios (sobre todo los priistas), son los únicos que tienen manzanas podridas en el huacal, porque incluso ellos han tenido la atingencia y la asertividad de poner en manos de las autoridades y de la justicia a quienes han delinquido y a quienes le han fallado al pueblo: Roberto Borge, César Duarte, Javier Duarte, Mario Villanueva, Andrés Granier, Roberto Sandoval, Mario Ruiz Massieu, Raúl Salinas de Gortari y hasta un ex priista como Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, fue a parar en prisión por andar haciendo de las suyas.

Por lo tanto, entiendan de una vez que negar, encubrir, simular y solapar a quienes le fallan al pueblo tarde o temprano les va a impactar en lo negativo y, sí o sí, esa circunstancia los golpeará directamente en las urnas. Y si no me creen a mí, pues pregúntenle al PRI, que se las saben de todas-todas en eso de pagar costes políticos. No es una cuestión de principios o de izquierda y derecha. Es por decencia y por sentido común.

Además ya va siendo hora de que desde el partido hegemónico entiendan que la corrupción nos está dañando mucho en muchos aspectos y, por lo mismo, desde su rol como dirigente nacional del partido más poderoso y número 1 de México, Luisa María Alcalde no puede ni debe hacer distingos respecto a quienes son morenistas de primera y quienes son morenistas de segunda.

El término “justicia” deriva de lo justo. O sea, de la igualdad y, por tanto, la cúpula de Morena tiene la obligación de tratar a todos sus militantes y simpatizantes con igualdad, porque no se vale que le suspendan sus derechos partidistas a un “Juan equis” (seguramente muchos de ustedes ya ni se acuerdan de un tal Saúl Huerta Corona) y que cobijen ciegamente a alguien más, sólo porque es el hermano del alma del expresidente Obrador.

Y eso de que Adán Augusto no tiene que salir a aclarar nada es claro indicio de que, efectivamente, no son iguales.

 

 

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