Desde enero pasado el gobernador tabasqueño, Javier May Rodríguez, denunció que el presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) de la Cámara Alta, el senador morenista Adán Augusto López Hernández, protegía al hoy exsecretario de Seguridad Pública del estado de Tabasco, Hernán Bermúdez Requena, actualmente prófugo de la acción de la justicia y con una ficha roja emitida por la Interpol nada menos que por ser el líder del grupo criminal La Barredora, una célula delictiva perteneciente al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) que desde los días de Adán Augusto como gobernador de aquella entidad se dedica libre e impunemente a distintas actividades ilícitas como son el narcotráfico, el huachicoleo, el tráfico de personas, la extorsión y el secuestro…
El tema es sumamente grave porque posee varias aristas espinosas e incómodas para el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), principalmente porque todos los involucrados en esta trama (el expresidente Andrés Manuel López Obrador, su hermano del alma Adán Augusto, el gobernador interino Carlos Merino, el gobernador May, Bermúdez Requena y un largo etcétera) pertenecen a este partido, el cual, desde su dirigencia nacional, encabezada por Luisa Alcalde, ya empezó a asomar la intención de simular, ocultar, minimizar e incluso negar que estamos frente a un escándalo mayúsculo de colusión, complicidad, corrupción e impunidad.
Sin embargo, todo apunta a que el actor protagónico de esta historia es Adán Augusto López, quien desde su rol como gobernador de Tabasco impuso como responsable de la seguridad en el estado a un delincuente del cual ya conocía todos sus antecedentes. Y, una vez que dejó la gubernatura para mudarse a la capital del país, para despachar como Secretario de Gobernación, a petición de su hermano Andrés Manuel, se encargó de que Bermúdez Requena siguiera en su puesto durante la gestión de Carlos Merino e incluso permaneció un trimestre en dicho cargo con Javier May, hasta que renunció el pasado 4 de enero, fecha desde la que se hizo ojo de hormiga, pues ya sabía que estaba siendo investigado por las autoridades.
Y mientras el escándalo escala y las evidencias se acumulan, Adán Augusto ya se fue a esconder (“está de vacaciones”, dicen) y su socio Hernán ya huyó del país. Algunos dicen que se encuentra en España y otros que en Brasil.
Pero aquí en México, desde distintos foros y tribunas ya empezaron con un burdo control de daños, como el diputado federal y también vocero de Morena, Arturo Ávila Anaya, quien para lavarle la cara a Adán Augusto señaló que la contratación de Bermúdez Requena como titular de Seguridad Pública de Tabasco la hizo con “buena fe”. ¡Pero claroooo!, ¿cómo pudimos olvidar un detalle tan importante como ese? El malvado de Hernán chamaqueó al inocentísimo de Adán, como cuando Eva engañó al primer Adán con la manzana que provocó que los echarán del Edén. ¡Vaya argumento más estúpido y pueril!
Tabasco está en llamas y la dirigencia y la militancia morenistas no pueden hacer que la virgen les habla. Desde el escalón de lo que ellos consideran la “superioridad moral” tienen la obligación y responsabilidad de, efectivamente, demostrar que ellos son diferentes a sus antecesores y que bajo ninguna circunstancia van a permitir que nadie ensucie su movimiento, porque eso de expulsar del partido a uno de sus miembros cualquiera lo puede hacer. Aquí el asunto es que demuestren si tienen el valor de llegar hasta las últimas consecuencias.
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