Una buena manera de entender el sexenio pasado, propiamente la mejor, es entender este sexenio. El Gobierno federal se ha logrado poner unas cuantas estrellitas en la frente, sin dudar. Lo que pasa es que, aunque es imposible que lo reconozca, más bien al contrario, esas estrellitas no se las ganó al mejorar los rendimientos de los gobiernos llamados neoliberales, sino al tratar de poner orden en el tiradero que nos dejó Andrés Manuel López Obrador.
El caso más sonado de la semana es el de Tabasco. Hace unos meses, el gobernador actual, Javier May, obradorista donde los haya, se fue a la yugular de su casi antecesor –hubo un interinato– Adán Augusto López, al clamar a los vientos porque su secretario de Seguridad, Hernán Bermúdez Requena, no es que tuvieran vínculos con el crimen organizado local: es que lo encabezaba, como líder de La Barredora, una mafia que ha hecho pedazos al estado, hundido en la violencia, y que además vive en buena medida del huachicol, una peste que ha enfrentado el Gobierno federal con buenos resultados y que AMLO, me permito recordarles, dijo que se había terminado, cuando lo usó como justificación para el desabasto de gasolina de la primera parte de su sexenio.
A propósito, la revista Proceso nos recuerda que los primeros señalamientos contra Requena, hoy confirmados por el Ejército, provienen de, sí, el sexenio de López Obrador, que los quitó de la mesa al decir que eran una campaña de la prensa conservadora contra él y su “hermano”, él a esas alturas secretario de Gobernación.
Lo de Tabasco es lo que ha hecho más ruido, pero en un segundo lugar quedan los señalamientos del Tesoro gringo por lavado de dinero contra Vector, cuyo dueño estuvo encargado de la oficina de Presidencia del licenciado. El tercer lugar, por qué no, podría ser Sinaloa, en guerra desde septiembre bajo el mandato de otro “hermano” del expresidente.
De hecho, incluso el último motivo de orgullo de la semana para el nuevo Gobierno, lo de que ya vienen en camino las medicinas y termina el desabasto, es una victoria muda contra AMLO, causante de ese desabasto desde que decidió desmontar el sistema de adquisición y distribución, hasta lo de inaugurar la farmaciota para remediarlo.
Ya que estamos, también en el orden de los no logros vemos el tiradero que nos dejó el Tlatoani. Ahí están los bloqueos de la CNTE, a la que revivió cuando estaba ya en horas más que bajas, como los escándalos con el Cuau, y como la situación de Pemex, que estaba pésimo y lo dejó peor.
Un tiradero, sí.
@juliopatan09