¿Cuántas veces nos sucede que ante un conflicto o situación especial en nuestra vida, lo único que pedimos es una oportunidad de ser escuchados para poder expresar lo que pensamos, sentimos o experimentamos?
En mi trayectoria, como consultora familiar, acompañando personas, veo con mucha frecuencia el poder sanador de la escucha. ¡Cuánto bien hace a la persona saberse escuchado!
Sin embargo, es un gran reto cultivar hoy en dïa la cultura de la escucha y brindar espacios para ello en un mundo lleno de ruido, donde tenemos “exceso de información” y una supuesta mayor “conectividad” con los otros, pero, en realidad, vivimos con una gran desconexión y pocos espacios para hacer pausas que inviten al diálogo y la escucha activa.
En este mes en el que se conmemora el Día Mundial de la Escucha promovamos la posibilidad de fomentar la escucha activa entre los miembros de la familia, entre colaboradores de trabajo, entre grupos de amigos, y recordemos algunos de los elementos claves para lograr que quien se acerca a mí se sienta verdaderamente escuchado:
Escucha con atención plena: procura no estar haciendo otra cosa mientras el otro te pide ser escuchado, deja a un lado el celular, lo que estés haciendo y concéntrate en escuchar.
Cuida tu postura al escuchar: escuchar involucra todos los sentidos, no solo los oídos, intenta sostener la mirada atenta a la persona que te habla, cuida las expresiones de tu rostro, para mostrar empatía; también cuida las palabras que pronuncias mientras el otro habla, la posición de tus brazos, pues todo tu cuerpo transmite un mensaje, de atención o de indiferencia.
Haz preguntas al otro: cuando alguien verdaderamente se interesa en lo que está escuchando, te hace preguntas, procura hacer algunas preguntas mientras escuchas, no permanezcas callado todo el tiempo.
Evita juzgar: suele pasar que cuando nos comparten algo importante, inmediatamente queremos dar un consejo, solución, alternativa, pero intenta solo escuchar, y brindar consejo solo si te lo piden.
Repetir lo que expone el otro: parafrasear lo que el otro está diciendo, de forma respetuosa, ayuda mucho a que el otro se sienta comprendido.