El enredo en torno al caso Epstein ha reabierto viejas grietas en el espectro conservador estadounidense, luego de que el presidente Donald Trump arremetiera contra sus propios seguidores y miembros de su partido por alimentar teorías conspirativas sobre la muerte del financiero.
En un mensaje publicado en su red Truth Social, calificó a quienes creen en esas narrativas como “debiluchos” y advirtió que han caído “en estas tonterías, de cabo a rabo”.
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La tensión escaló cuando, en declaraciones a la prensa desde el Despacho Oval, el mandatario desestimó las versiones que sugieren encubrimientos por parte de su administración: “Todo ha sido una gran farsa montada por los demócratas. Y algunos republicanos estúpidos y tontos caen en la trampa”.
El choque ocurre en un contexto de creciente desconfianza entre figuras conservadoras, particularmente tras la publicación de un memorando del Departamento de Justicia y el FBI, en el que se confirma que Jeffrey Epstein se suicidó y que no existen pruebas de una supuesta “lista de clientes” ni de chantajes a figuras poderosas.
Desconfinasa
Sin embargo, una parte significativa de la base republicana insiste en la existencia de dicha lista y acusa al gobierno de proteger a las élites implicadas. Estas dudas se han visto amplificadas por la cercanía que el presidente tuvo con Epstein.
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Lejos de apaciguar a sus críticos, el mandatario republicano intentó redirigir la atención hacia sus logros económicos y de política exterior, lamentando que el debate gire en torno a “un tipo que obviamente tenía problemas muy serios”.
“He perdido mucha fe en ciertas personas, sí”, confesó, al ser cuestionado sobre sus vínculos con los seguidores que hoy le exigen respuestas.