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Aunque a algunas personas les pese, durante años hemos demostrado que nuestra postura siempre ha sido en favor de las y los trabajadores. Por más atractiva o populista que suene cualquier iniciativa, la analizamos a fondo. Este también fue el caso de la implementación de la jornada laboral de 40 horas.

La semana pasada acudí, por invitación de la Secretaría del Trabajo, al Foro Por la Semana Laboral de 40 Horas. Al igual que con el tope a las utilidades, demostré con hechos y estadísticas que esta iniciativa afectará a trabajadoras y trabajadores de varios sectores, entre ellos al que represento: el minero.

Los supuestos líderes sindicales de hoy, por ceguera, conveniencia o seguir línea no ven las letras chiquitas. Se limitan a decir que sí y luego esconden la mano. Lo hemos visto infinidad de veces con Napillo y con todos los que lo arropan, a pesar de haber robado a los trabajadores más de mil millones de pesos.

Pero, ¿por qué decimos no a las 40 horas? Porque sería seguir cayendo en pobreza laboral. Una vez más, el salario de los trabajadores se vería reducido y con ello dejarían de cubrirse necesidades básicas.

Cuando se logra incrementar el salario base gracias a convenios de productividad, dejar de trabajar incluso una hora —no digamos más— afecta de forma importante el salario diario. Ajustar la jornada a 40 horas significaría perder una parte considerable de nuestros ingresos. ¿Y quién repondrá ese dinero?

No es sorpresa: los trabajadores tienen su salario comprometido antes de recibirlo. Si se les quita una parte, ¿de dónde saldrá ese faltante? Las opciones son pocas. Tendrán, sí o sí, que buscar ingresos extra mediante otro trabajo, o perderán seguridad social y estabilidad laboral al incorporarse a la informalidad. Entonces, ¿dónde quedó el descanso y el beneficio?

Los trabajadores hemos sido el pretexto de reformas donde no se nos consulta ni se hace un análisis real de las afectaciones. Las autoridades se basan en opiniones de charros que no conviven con la base, que nunca pisan un centro de trabajo y desconocen las preocupaciones de la clase trabajadora.

Nosotros sí escuchamos de manera constante. Por eso levantamos la voz. Y aunque no les guste a muchos, nos hemos convertido en voceros de la fuerza productiva de este país.

Nos opusimos al tope de utilidades: la afectación fue severa al limitarlo a 90 días, cuando lo que muchas y muchos recibíamos era mucho más.

También dijimos no a las “vacaciones dignas”, pues si bien se dieron más días, no se consideró que son días sin salario y con más gastos. Ese problema nos lo dejaron a nosotros.

Una más: las limitaciones al tiempo extra. Si tenemos un gasto imprevisto, ya no podemos aspirar a ganar más con nuestro esfuerzo, porque las autoridades equipararon nuestra voluntad de mejorar con esclavitud patronal.

Esto nos lleva, en el mejor de los casos, a empeñar nuestras pertenencias, o incluso a malvender nuestro patrimonio. ¿Acaso autoridades y legisladores creen que los trabajadores somos flojos, y que en lugar de ingresos, necesitamos más tiempo para descansar?

Lo que necesitamos son esquemas reales que se adapten a los distintos sectores y no decisiones unilaterales que dejan afectaciones que, más que avances, representan derrotas y despojos históricos.

El Frente seguirá siendo la parte que incomoda, porque nuestro sindicalismo es real. Así nacimos como agrupación y así nos mantendremos: firmes.

 

     @CarlosPavonC

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