Las redadas migratorias en California dejaron de ser simples operativos para convertirse en el rostro visible de una política federal que, bajo la administración de Donald Trump, ha optado por la confrontación directa con las comunidades inmigrantes. En ciudades como Los Ángeles, donde más del 35 por ciento de la población es extranjera, la presencia constante de agentes federales ha sembrado un temor profundo y persistente.
Funcionarios como Tom Homan, el denominado zar de la frontera del presidente republicano, y la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, defendieron en medios nacionales las redadas llevadas a cabo por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), calificándolas de necesarias. Sin embargo, los testimonios de afectados y las cifras oficiales revelan una realidad muy distinta: desde junio, casi dos mil 800 personas fueron detenidas, en su mayoría sin antecedentes penales.
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Aunque un juez federal ordenó suspender las detenciones sin sospecha razonable —tras detectar patrones de discriminación por rasgos físicos, lengua o lugar de trabajo—, Homan reconoció que esos criterios siguen influyendo. La Casa Blanca se comprometió a apelar la resolución, mientras Kristi Noem desestimó el fallo como “ridículo” y “político”.
Lugar simbolico
En MacArthur Park, histórico punto de encuentro para la comunidad migrante, el despliegue de agentes a caballo y vehículos blindados ha vaciado restaurantes, paralizado comercios y llevado a la cancelación de actividades. “Prefieren cocinar en casa. Es más seguro”, confesó para The Guardian un empleado de un restaurante que ha perdido la mitad de su clientela. En la zona también se reportó la muerte de un trabajador agrícola durante una redada.
Pero el impacto va más allá del miedo: ha comenzado a fracturar la recuperación de regiones afectadas por incendios recientes. En Pasadena, Altadena y Pacific Palisades, decenas de trabajadores migrantes —clave en las tareas de limpieza y reconstrucción— dejaron de acudir a sus labores. “Viven con miedo. No saben si regresarán a casa”, declaró a The New York Times José Madera, del Centro Comunitario de Trabajo de Pasadena.
Organizaciones comunitarias desplegaron redes de apoyo para patrullar zonas vulnerables y difundir información sobre derechos migratorios. Sin embargo, la incertidumbre domina. Mientras tanto, la administración Trump insiste en mostrar fuerza, aunque ello implique una parálisis en los barrios más necesitados de California.