El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la imposición de un arancel del 50% sobre todas las exportaciones provenientes de Brasil, a partir del 1 de agosto. La medida, comunicada a través de una carta dirigida al presidente Luiz Inácio Lula da Silva, es la sanción comercial más severa aplicada por Washington en la actual ofensiva arancelaria del republicano, y marca un giro tenso en las relaciones bilaterales.
El trasfondo de esta decisión va más allá del comercio. El inquilino de la Casa Blanca la presenta como una represalia directa por el juicio que enfrenta Jair Bolsonaro —a quien ha defendido reiteradamente en redes sociales—, acusando al gobierno brasileño y a su Corte Suprema de orquestar una “cacería de brujas” contra el exmandatario, y de atacar los valores democráticos mediante censura y represión digital.
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“Una vergüenza internacional”
“La forma en que Brasil ha tratado al expresidente Bolsonaro, un líder muy respetado en todo el mundo, es una vergüenza internacional”, afirmó el republicano en su carta, donde también reprocha las órdenes judiciales brasileñas que han obligado a plataformas estadounidenses a retirar contenido, bajo amenaza de fuertes sanciones económicas. Para el republicano, tales medidas violan la libertad de expresión y justifican una respuesta comercial enérgica.
La misiva, con tono personal y político, también denuncia lo que califica como una relación comercial “prolongada y muy injusta” con Brasil. Aunque los datos contradicen algunas de sus afirmaciones —Estados Unidos registró un superávit comercial de más de 7 mil millones de dólares con Brasil en 2024, según datos de medios estadounidenses—, el magnate insiste en que el nuevo arancel busca “nivelar el campo de juego”.
AFP |
Investigación y presión económica
Además de la sanción, Trump ordenó el inicio de una investigación formal contra el país sudamericano por prácticas desleales, invocando la Sección 301 de la Ley de Comercio de 1974. Esta cláusula ha sido usada por anteriores gobiernos estadounidenses para presionar a socios considerados problemáticos.
La medida no sólo afectará sectores clave como el acero y el aluminio —ya impactados por tarifas previas del 10%—, sino que alcanzará a todos los productos brasileños, incluso si son redirigidos a través de terceros países. Sin embargo, el presidente estadounidense ofreció una salida: las empresas brasileñas podrían evitar el castigo si trasladan su producción a territorio estadounidense.
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Un juicio con resonancia internacional
Esta escalada coincide con un momento judicial delicado para Bolsonaro, procesado por su presunto intento de revertir los resultados de las elecciones de 2022. La Fiscalía también ha mencionado un plan para atentar contra Lula y un juez de la Corte Suprema, acusaciones que el expresidente brasileño ha negado categóricamente.
Trump, en cambio, ha minimizado los cargos, equiparándolos con las acusaciones que él mismo enfrenta en su país. “Esto no es más que un ataque a un oponente político. ¡A mí me pasó, multiplicado por diez!”, escribió recientemente en su plataforma Truth Social.