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Elon Musk ha vuelto a irrumpir en la política estadounidense, esta vez con el anuncio de la creación del America Party, con el que dice buscar romper el dominio bipartidista en el Congreso, impulsar la energía sostenible y frenar la deuda pública. Sin embargo, más que una revolución electoral, su propuesta parece un experimento digital sin estructura tangible.

“Cuando se trata de arruinar nuestro país con el despilfarro y la corrupción, vivimos en un sistema de partido único, no en una democracia”, declaró el pionero de vehículos eléctricos en una de sus publicaciones más recientes, resumiendo su crítica al establecimiento político actual.

 

Un anuncio sin estructura visible

 

El multimillonario, quien cumplió 54 años el pasado 28 de junio, realizó el anuncio a través de X, como ha sido su costumbre. Sin embargo, más allá de la retórica libertaria y centrista, su proyecto enfrenta desafíos monumentales.

Hasta ahora, la iniciativa carece de estructura visible: no hay candidatos, ni plataforma política definida, ni evidencia de organización operativa. El anuncio fue acompañado de una invitación abierta a los usuarios para opinar sobre su viabilidad, generando un impacto inmediato en redes sociales.

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Partidos menores como el Libertario y el Forward Party de Andrew Yang le han tendido la mano. Yang, empresario estadounidense de origen taiwanés, incluso le ofreció apoyo para reclutar candidatos en distritos clave, mientras que en las redes sociales, el multimillonario del sector tech no escatima en compartir memes que presentan al bipartidismo como una serpiente bicéfala o como una elección que conduce al mismo destino funesto.

El respaldo digital y sus limitaciones

Cuentas de X que han respaldado al ejecutivo de alto perfil, como la autodenominada America Party (@DOGE_News) —con casi medio millón de seguidores y que anteriormente difundía noticias relacionadas con las actividades del empresario en el Departamento de Eficiencia—, ahora han migrado su apoyo hacia el partido. Estas cuentas comparten imágenes del CEO de Tesla caracterizado como el Tío Sam o incluso como presidente, pese a que su condición de ciudadano naturalizado le impide constitucionalmente acceder a la Casa Blanca.

El propietario de X obtuvo la ciudadanía estadounidense hace 23 años, en 2002, lo que le otorga derechos políticos, pero no la posibilidad de postularse a la presidencia. Con un patrimonio neto de 388 mil millones de dólares, cuenta con capital económico y exposición mediática, pero el terreno legal presenta complicaciones significativas.

Los obstáculos del sistema electoral

Según analistas estadounidenses, obtener acceso a las boletas electorales en los 50 estados requiere un aparato logístico complejo, miles de firmas validadas y sortear leyes estatales diseñadas para blindar el statu quo.

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El historial político del CEO de Tesla complica la ecuación. Su cercanía inicial con Donald Trump —a cuya campaña destinó 288 millones de dólares en 2024 junto con otros candidatos republicanos—, seguida por una ruptura pública y escandalosa, lo ha vuelto impredecible ante votantes de todo el espectro político.

Musk ha sugerido que su apuesta será influir en el Congreso, apoyando a candidatos que desafíen a los republicanos que respaldaron la ley de gasto fiscal del inquilino de la Casa Blanca, a la que calificó de “locura”.

Los antecedentes históricos

Desde la perspectiva histórica, la ambición del líder de la industria espacial recuerda a otros experimentos fallidos: Unity ’08, Americans Elect, el propio Forward Party o No Labels. Incluso el ejemplo más exitoso, el del magnate Ross Perot, no logró cimentar una estructura partidista duradera, pese a haber conseguido 19 por ciento del voto popular en 1992.

El America Party podría entonces convertirse en otro intento de corto alcance: mediáticamente impactante, estructuralmente débil. Musk no es el primero en intentar romper el sistema bipartidista.

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