En una jornada legislativa marcada por presiones, divisiones internas y negociaciones contrarreloj, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó por estrecho margen el megaproyecto presupuestario impulsado por Donald Trump, conocido como “One Big Beautiful Bill” (La Ley Grande y Hermosa). La votación, de 218 votos a favor contra 214 en contra, marca una victoria política significativa para el mandatario republicano.
La iniciativa, de 887 páginas, agrupa gran parte de la agenda interna del magnate republicano en una sola legislación: recortes de impuestos, incremento del gasto militar, ofensiva contra programas sociales, financiamiento de deportaciones masivas y, con implicaciones directas para América Latina, un nuevo impuesto del 1% sobre las remesas enviadas al extranjero en efectivo o mediante instrumentos similares.
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Un nuevo impuesto a las remesas por parte de Trump
El impuesto a las remesas había sido uno de los elementos más controversiales del proyecto. Inicialmente propuesto en 5%, fue reducido primero al 3.5% en la Cámara y finalmente al 1% en el Senado, antes de ser ratificado por la cámara baja. La medida entrará en vigor a partir del 31 de diciembre de 2025 y afectará las transferencias realizadas fuera del sistema bancario formal estadounidense. Es decir, no aplicará si el envío se realiza desde cuentas bancarias o con tarjetas emitidas en Estados Unidos.
Aunque acotado, el impuesto representa un golpe simbólico y práctico para millones de migrantes, incluidos los mexicanos, cuya economía familiar depende de las remesas. De acuerdo con datos del Banco de México, en 2023 se recibieron más de 63 mil millones de dólares por esta vía. Se prevé que el nuevo gravamen incremente el costo del envío informal, desincentivando su uso o incentivando prácticas evasivas.
Victoria política, costo social
El inquilino de la Casa Blanca, quien se mantuvo involucrado personalmente en las negociaciones —haciendo llamadas telefónicas desde la madrugada y amenazando públicamente a legisladores reticentes— logró sellar el acuerdo a pesar de resistencias internas en su partido. Solo dos congresistas republicanos votaron en contra, y los conservadores más críticos terminaron cediendo ante la presión de la Casa Blanca.
El paquete, sin embargo, ha recibido críticas duras por los demócratas y por sectores moderados del propio Partido Republicano, incluido el magnate tecnológico Elon Musk. Contempla la extensión de los recortes fiscales aprobados en 2017, así como una reducción temporal de impuestos sobre propinas y horas extra. No obstante, para financiar estas medidas, se prevé un recorte cercano al billón de dólares en programas como Medicaid y asistencia alimentaria, afectando principalmente a la población de bajos ingresos.
Según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), la legislación incrementará el déficit fiscal en 3.3 billones de dólares en la próxima década, al tiempo que 11.8 millones de personas podrían perder su seguro médico. Algunos cálculos elevan esta cifra hasta 17 millones y advierten el cierre de decenas de hospitales rurales.
Un legado en disputa
La votación es el colofón de un proceso caótico: la Cámara rompió récords con una deliberación de más de siete horas para una sola moción procedimental, mientras el líder demócrata Hakeem Jeffries ocupó el estrado durante tres horas con relatos de ciudadanos que, en su opinión, serán perjudicados por la ley.
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“No se trata de mejorar la vida de los estadounidenses, sino de consolidar una visión ideológica y desmantelar el Estado de bienestar”, señaló Jeffries.
Con la aprobación definitiva, el magnate neoyorquino prepara la firma del proyecto el 4 de julio, en plena conmemoración del Día de la Independencia.