Por Jorge Gómez Naredo
Ricardo Salinas Pliego tendrá que pagar impuestos. Y muchos. debe más de 70 mil millones de pesos al pueblo de México.
El magnate lleva más de 15 años luchando para no pagarlos. Ha invertido mucho en abogados y, especialmente, en influencias en el Poder Judicial. Pero con la elección del pasado 1 de junio, se le vino la noche encima. Tendrá que pagar sí o sí.
La reacción de Salinas Pliego ha sido furibunda: puso a todos sus trabajadores de Televisión Azteca a agredir al gobierno de Claudia Sheinbaum. Lo hacen desde sus redes sociales y también desde el espacio radioeléctrico, que es un bien de la nación.
Lo hacen con completa libertad. Difunden mentiras. Emiten insultos. Ejercen ofensas. Planean campañas de desprestigio. Todo lo dicen, y nadie, absolutamente nadie, los censura. Incluso uno de esos comunicadores —uno de los más obedientes y solícitos que tiene Salinas Pliego—, el señor Manuel López San Martín, puso una imagen de Hitler y de Goebbels y los relacionó con Morena y con toda la Cuarta Transformación.
Nadie les obliga a callarse. Nadie los mete a la cárcel para que ya no digan nada. Nadie los demanda (como Salinas Pliego sí demanda a quienes critican a sus empresas) para silenciarlos. Y todavía repiten que la 4T es autoritaria…
Pero no nos engañan: a ellos no les importa la libertad de expresión ni la dignidad periodística. Ellos son obedientes con su jefe.
Y como su jefe pronto tendrá que pagar los impuestos que no ha querido pagar, ellos salen a defenderlo. No luchan por ideales como el derecho a la información, la transparencia o el periodismo comprometido socialmente. No. Ellos actúan así porque quien les paga les exige que actúen así.
No se dan cuenta, pero se están exhibiendo. Se están describiendo. Lo sabíamos, pero verlos, además de grotesco, nos indica el grado de sumisión hacia su patrón: un personaje que, además de cínico y agresivo, le debe millones al pueblo de México.
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