Los servicios médicos forenses (Semefo). se han convertido en “fosas” que guardan a las víctimas de desaparición forzada, pero que por errores de su personal impiden a los familiares identificar y localizar a sus seres queridos, a pesar de que cuentan los datos personales y características que han proporcionado al momento de levantar las denuncias.
Uno de los últimos casos es el de Nora Elsi Maldonado Cruz, quien pasó 12 años en el rastreo de su esposo, en jornadas de búsqueda de fosas clandestinas en montes y terreno; sin embargo, en diciembre pasado recibió la noticia de que su cuerpo llegó a la morgue desde hace ocho años (2015).
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De acuerdo con su familia, José Vázquez Colebrina desapareció el 5 de julio de 2013 después de entregar el camión recolector de basura que conducía, en las instalaciones de la Secretaría de Servicios Públicos de Chilpancingo, Guerrero.
Por este hecho, Nora se integró al Colectivo de Familiares de Personas Desaparecidas y Asesinadas “Lupita Rodríguez Narciso”, con la esperanza de encontrar a su esposo.
En diciembre de 2024, y luego de 11 años de la desaparición, la Fiscalía General de la República (FGR) le notificó que el cadáver de su marido había sido encontrado en la localidad de Petaquillas desde el 5 de mayo de 2015.
NO SABEN DÓNDE QUEDÓ
A pesar de ello, en los últimos meses Nora Elsi ha tenido un encuentro con personal de la Fiscalía de Guerrero y del Servicio Médico Forense (Semefo), para la entrega del cuerpo, pero actualmente se encuentra perdido, ya que no se tiene la certeza del sitio del panteón forense donde fue depositado.
PASÓ 2 AÑOS SIN IDENTIFICAR
Este fin de semana, autoridades revelaron otro caso en Tamaulipas: el de Aldair Leos Lira, cuyo cuerpo permaneció dos años en el Semefo de Reynosa hasta que lo identificaron y entregaron a su madre, Susana Lira. Él fue uno de los 29 cuerpos que localizaron en un cementerio clandestino descubierto en 2023 en ese municipio.
Este joven desapareció el 25 de junio de ese año, cuando tenía 25 años; salió de su casa en la colonia La Cañada y tres semanas después, el colectivo Amor por los Desaparecidos en Tamaulipas halló una fosa con restos humanos, entre ellos los de Aldair.
Sin embargo, un error en la recopilación de la información pericial retrasó la identificación de la víctima, pues el reporte forense no incluyó un tatuaje visible en su brazo.
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Este detalle pudo haber facilitado su reconocimiento, pero Susana Lira se vio obligada a continuar su búsqueda por casi dos años, sumándose a operativos en campo y protestas para exigir avances en las investigaciones.
“Pusieron en la descripción del cuerpo que traía un tatuaje en el tórax siendo que lo tenía en el brazo, por lo que no le puse mucha atención a ese cuerpo”, dijo la madre buscadora.
Fue a mediados de mayo cuando la Fiscalía General de Tamaulipas le notificó a Susana que una prueba de ADN salió positiva en la coincidencia con uno de los cuerpos recuperados de la fosa clandestina.
Las fotografías posteriores confirmaron que el tatuaje estaba en su brazo, pero el personal nunca lo registró en los expedientes iniciales.