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Luis de Llano Macedo ya no podrá esconderse detrás del prestigio que acumuló en Televisa. La Suprema Corte de Justicia de la Nación le negó un amparo y ratificó la condena que lo obliga a indemnizar, pedir disculpas públicas, tomar un curso sobre prevención de abuso sexual infantil y, lo más importante, a no volver a mencionar a Sasha Sokol en ningún medio.

Con esto, el caso llega a su punto más alto, pero las consecuencias van más allá: por primera vez en México, una denuncia por abuso sexual infantil en el ámbito civil se vuelve imprescriptible, lo que abre camino para otras víctimas que, como Sasha, callaron durante décadas.

La historia se remonta a 2022, cuando la exTimbiriche rompió el silencio en redes sociales y reveló que, cuando tenía solo 14 años, Luis de Llano, entonces de 39, sostuvo una relación “consensuada” con ella, según él, pero profundamente asimétrica y manipuladora, según ella. “No fue amor, fue abuso”, escribió Sasha, detonando un escándalo que desnudó las prácticas encubiertas del medio artístico mexicano.

Luis respondió con declaraciones públicas que minimizaban lo ocurrido y, por si fuera poco, intentó blindarse con recursos legales para evitar la condena. No funcionó.

Ahora, con la sentencia firme, el productor no solo debe pagar económicamente por el daño moral causado, sino que queda marcado como responsable civil de abuso contra una menor de edad.

Sasha, en contraste, emerge como símbolo de resistencia y transformación social. Dijo que el dinero será donado a ADIVAC, asociación que apoya a víctimas de violencia sexual, y agradeció el respaldo colectivo que ha recibido.

Esta victoria no es solo suya, sino de muchas mujeres que no han podido alzar la voz en un país donde los casos de abuso suelen minimizarse o prescriben antes de llegar a tribunales, lo que acaba de lograr Sasha es histórico.

En 2023, un juez civil ya había fallado a su favor y ordenado estas mismas medidas, pero Luis de Llano se aferró al amparo como último recurso. Hoy, la Corte lo enterró. No habrá más pretextos, más silencios, ni más impunidad disfrazada de “romance adolescente”.

La industria del entretenimiento, durante años solapada y encubridora, queda exhibida. La pregunta es: ¿Cuántos Luises más hay en el medio? ¿Y cuántas Sashas siguen en silencio por miedo, por amenazas o por vergüenza inducida? Lo que sigue será observar si el productor cumple, si realmente se disculpa o si como muchos, lo hace sin convicción. También queda por ver si alguna televisora o plataforma vuelve a darle un proyecto, o si el repudio social finalmente será proporcional al daño. Porque el precio de la fama no puede seguir siendo impunidad para unos y silencio para otros.

 

FACEBOOK  y YOUTUBE Ana María Alvarado

IG y TW @anamaalvarado

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