El juicio contra el capo Rafael Caro Quintero podría convertirse en lectura mexicana en el “juicio del siglo”. El solo hecho de que México hubiera entregado al fundador del primer cártel de la mariguana en 1984 para ser juzgado con posibilidades de pena de muerte abrió una puerta que no podrá cerrase con facilidad.
Caro no fue extraditado, sino “entregado”. Es decir, no se deben cumplir las reglas de extradición por medio de las cuales un delincuente no puede ser juzgado en otro país sino con penas similares al país de origen. Y como en México ya no existe la pena de muerte, entonces su “extradición” oficial hubiera limitado el castigo.
Pero Caro fue… “cedido” a la Casa Blanca de Trump y por esa razón el fiscal americano estaría solicitando la pena de muerte vía inyección letal.
El juicio en realidad no ha comenzado. La fiscalía americana podría estarse “relamiendo los bigotes” porque Caro podría servir para abrir la puerta de la narcopolítica mexicana. La DEA acusa a Caro de ser protegido por funcionarios mexicanos –concretamente Manuel Bartlett Díaz como secretario de Gobernación y José Antonio Zorrilla como director de la Federal de Seguridad—en el asesinato del agente antinarcóticos Enrique Camarena Salazar en 1985 y sería usado para meter el argumento de que la narcopolítica mexicana se ha extendido –como ha señalado el propio Trump– hasta los años actuales.
México se ha negado a aceptar ese argumento, aunque ha procesado y deportado a políticos medios que habían apoyado al narco, con la figura de Genaro García Luna, nada menos que estrella del gabinete de Felipe Calderón como secretario de Seguridad Pública.
Así que el juicio de Caro podría servir de “camita” para que el fiscal americano insista en la narcopolítica mexicana y los casos de las tres financieras reveladas como lavadoras de narcodólares ayudarían a crear un clima que daña a México.
Zona Zero
No debe dejarse pasar la afirmación de EU en el sentido de que ahora el Cártel Jalisco Nueva Generación desplazó al Cártel de Sinaloa de las prioridades de seguridad de la Casa Blanca. Pero el llamado “cártel de las cuatro letras” está más organizado para la confrontación armada que el del Chapo y que su capacidad armada está ya instalada en las 32 entidades de la república. El Chapo nunca pensó en declararle la guerra a EU, pero hay indicios de que el CJNG no se entregaría como el de Sinaloa.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
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