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Por Ricardo Sevilla

El fallo de la SCJN a favor de Sasha Sokol en su demanda por daño moral contra Luis de Llano es, sin duda, un evento de profunda resonancia que va más allá de un simple litigio legal.

Y debe hablarse con fuerza sobre el tema.

Este caso ilumina y comienza a derribar varios patrones sociales arraigados, especialmente en lo que respecta al abuso de poder, la revictimización y la emergente cultura de la denuncia.

El caso ejemplifica la dinámica de poder inherentemente desequilibrada en la industria del entretenimiento, donde figuras con autoridad (productores, directores) pueden explotar su posición sobre talentos jóvenes y vulnerables.

La narrativa de Sokol, quien era una adolescente de 14 años sin “herramientas para comprender lo que me estaba pasando, mucho menos para defenderme”, es un doloroso testimonio de cómo la edad y la inexperiencia son capitalizadas por infelices y depredadores.

Esto refleja una persistente desigualdad de género, donde las mujeres y niñas, lamentablemente, han sido más susceptibles a ser víctimas de abuso sexual, y donde el poder institucionalizado a menudo protege al perpetrador.

Pero no nos hagamos tontos. Durante años, el abuso perpetrado por Luis de Llano fue un “secreto a voces” en la industria, perpetuando un ciclo de silencio y complicidad. ¿Y qué ha dicho Televisa? ¡Nada!

La tardanza en la búsqueda de justicia y la necesidad de una lucha legal prolongada dibujan, con trazo siniestro, cómo las víctimas son a menudo revictimizadas por los sistemas legales y sociales que debieran protegerlas.

Infelizmente, el miedo al estigma, a no ser creído y a las represalias (personales y profesionales) son barreras que impiden a las víctimas denunciar a tiempo.

Y, justo por eso, la victoria de Sasha Sokol significa una ruptura con este patrón de silencio impuesto y una validación de la voz de la víctima.

La decisión de la SCJN no solo reivindica a Sasha, sino que fortalece la credibilidad de estas denuncias y empodera a otras víctimas para dar un paso al frente. ¡Una buena decisión entre tantas malas de la Corte!

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