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Diputados aprueban Ley de Inteligencia Llega el Tren de la Salud a Frontera, Coahuila con servicios médicos gratuitos para la población

Mientras los líderes de la OTAN se reunían en La Haya esta semana, el aire sobre Ucrania vibraba con un propósito letal. Una lluvia de drones y misiles rusos sembró la destrucción en ciudades como Dnipró, Kiev y Sumy, matando al menos a 26 civiles e hiriendo a cientos. “Esta no es una guerra en la que sea difícil elegir un bando”, declaró el presidente Volodímir Zelenski, mencionando las muertes de civiles e instando a los aliados occidentales a dejar de dudar y a fortalecer su apoyo. Calificó la alianza de Rusia con Irán, Corea del Norte y empresas chinas cómplices como una “coalición de asesinos”, advirtiendo que cada componente de fabricación extranjera encontrado en el armamento ruso era “un crimen contra la paz”.

Los ataques —uno de ellos coincidiendo con la llegada de Zelenski a la cumbre de la OTAN— dañaron hospitales, guarderías, un tren e incluso iglesias. Más de 200 personas resultaron heridas solo en Dnipró, y hubo al menos 17 muertos. Kiev vio cómo se derrumbaban edificios de apartamentos mientras los drones y misiles Shahed arrasaban sus distritos.

En Járkov, Jersón y Donetsk, los ataques aéreos han convertido espacios civiles en zonas de guerra. El Kremlin desvía la culpa, acusando a la OTAN de provocación militarista, al tiempo que niega los informes de Kiev sobre su ocupación de territorio en la región rusa de Kursk. El comandante en jefe ucraniano, Oleksandr Syrsky, prometió intensificar las operaciones transfronterizas, calificando de insuficientes las tácticas exclusivamente defensivas. “Aumentaremos la escala y la profundidad”, advirtió.

En Bruselas, la UE avanza hacia un decimoctavo paquete de sanciones a Rusia, pero persisten lagunas. Zelenski ha instado a sus aliados a desmantelar las cadenas de suministro rusas que aún dependen de componentes occidentales. “Mientras mate, vivirá”, dijo el ucraniano sobre la supervivencia política interna de Vladímir Putin, presionando a la OTAN para que comprenda que el campo de batalla ya se extiende más allá de las fronteras de Ucrania. La guerra, advirtió, ya no es un conflicto local, sino una prueba global de claridad moral.

Mientras Kiev soporta su cuarto verano bajo asedio y Rusia profundiza su control territorial —que ahora representa aproximadamente el 20% de Ucrania—, la diplomacia flaquea. Las conversaciones directas del mes pasado solo dieron como resultado un intercambio de prisioneros. No se vislumbran nuevas negociaciones. “No hay indicios de que Putin quiera detener esta guerra”, declaró Zelenski sin rodeos.

Rusia, Corea del Norte e Irán, “coalición de asesinos”: Zelenski

Mientras los líderes de la OTAN se reunían en La Haya esta semana, el aire sobre Ucrania vibraba con un propósito letal. Una lluvia de drones y misiles rusos sembró la destrucción en ciudades como Dnipro, Kiev y Sumy, matando al menos a 26 civiles e hiriendo a cientos. “Esta no es una guerra en la que sea difícil elegir un bando”, declaró el presidente Volodímir Zelenski, mencionando las muertes de civiles e instando a los aliados occidentales a dejar de dudar y a fortalecer su apoyo. Calificó la alianza de Rusia con Irán, Corea del Norte y empresas chinas cómplices como una “coalición de asesinos”, advirtiendo que cada componente de fabricación extranjera encontrado en el armamento ruso era “un crimen contra la paz”.

Los ataques —uno de ellos coincidiendo con la llegada de Zelenski a la cumbre de la OTAN— dañaron hospitales, guarderías, un tren e incluso iglesias. Más de 200 personas resultaron heridas solo en Dnipro, incluidos 18 niños. Kiev vio cómo se derrumbaban edificios de apartamentos mientras los drones y misiles Shahed arrasaban sus distritos.

En Járkov, Jersón y Donetsk, los ataques aéreos han convertido espacios civiles en zonas de guerra. El Kremlin desvía la culpa, acusando a la OTAN de provocación militarista, al tiempo que niega los informes de Kiev sobre la ocupación de territorio al otro lado de la frontera, en la región rusa de Kursk. El comandante en jefe ucraniano, Oleksandr Syrsky, prometió intensificar las operaciones transfronterizas, calificando de insuficientes las tácticas exclusivamente defensivas. “Aumentaremos la escala y la profundidad”, advirtió.

En Bruselas, la UE avanza hacia un decimoctavo paquete de sanciones, pero persisten lagunas legales. Zelenski ha instado a sus aliados a desmantelar las cadenas de suministro de Rusia que aún dependen de componentes occidentales. “Mientras mate, vivirá”, dijo sobre Vladimir Putin, presionando a la OTAN para que comprenda que el campo de batalla ya se extiende más allá de las fronteras de Ucrania. La guerra, advirtió, ya no es un conflicto local, sino una prueba global de claridad moral.

Mientras Kiev soporta su cuarto verano bajo asedio y Rusia profundiza su control territorial —que ahora controla aproximadamente el 20% de Ucrania—, la diplomacia flaquea. Las conversaciones directas del mes pasado solo dieron como resultado un intercambio de prisioneros. No se vislumbran nuevas negociaciones. “No hay indicios de que Putin quiera detener esta guerra”, declaró Zelenski sin rodeos.

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