La guerra nunca es sólo entre dos países. No es un evento aislado en el que sólo participan dos bandos, son una serie de eventos conectados que afectan a regiones completas, el desarrollo económico de todo el orbe y en el ánimo y la polarización de regiones enteras.
El ataque de Estados Unidos a las instalaciones nucleares de Irán abre un capítulo preocupante para la región y aunque activamente nuestro país no tiene motivos para involucrarse, los impactos económicos y políticos hacen que nuestros panoramas a futuro tengan que modificarse.
Creo que sí debemos prepararnos para un escenario en que nuestro principal socio comercial estará en una dinámica de guerra. Y a partir de ello, el desarrollo y el curso de nuestra economía tendrá que tener ajustes.
El parlamento de Irán recomendó el cierre del estrecho de Ormuz, un paso comercial y económico cuyo cierre tendrá una repercusión importante. El cierre definitivo del paso dependerá de lo que determine el líder supremo de Irán, pero las previsiones sobre el tema no son optimistas.
Debido a la ubicación del conflicto es de esperarse una crisis de suministro de petróleo y gas. El costo de los combustibles y la generación de energía también van a tener una modificación, por lo que a corto plazo necesitamos ajustar expectativas y saber que el desarrollo de la economía de nuestro país no será el que esperábamos al inicio del año.
Todo lo que tenga que ver con la distribución de combustibles y energía será un tema sobre el que se deberán plantear ajustes muy diversos a lo largo de los siguientes días, dependiendo de cómo se desarrollen algunos eventos.
El efecto que los ataques tengan en Estados Unidos se verán en México con la posibilidad de encarecer parte de las cadenas de suministro y esto se reflejará directamente en los productos y en la economía de nuestro país.
Pero, creo que otro de los puntos preocupantes dentro del conflicto es la marcada tendencia a dejar de lado cualquier posibilidad de negociación.
Estamos en una temporada en la que la fuerza militar sí es un factor determinante en el orden y los equilibrios diplomáticos pesan menos. Algo que quizá no habíamos visto desde que terminó la Segunda Guerra mundial.
Lo vimos con el conflicto de Rusia y Ucrania. Quien tenía fuerza militar ocupó parte de un territorio, sin importar acuerdos o la preocupación de otras potencias.
Hacer a un lado cualquier tipo de acuerdo diplomático y el desdén a las organizaciones de países como la OTAN, la ONU y otras instituciones internacionales han pasado un costo que cada vez es más alto a la construcción de paz.
En el caso de nuestro país creo que la alerta es que debemos considerar que hay un uso de la fuerza. Que los equilibrios están marcados en este momento en una economía y un escenario donde la fuerza es importante y tiene un valor más alto que antes. Tener en cuenta esa balanza nos dará herramientas para transitar los días que vienen que prometen ser largos y grises.
@Micmoya