Las redadas ordenadas por Donald Trump para la captura de migrantes ilegales coloca a nuestro país ante un nuevo escenario que no se había contemplado por las supuestas “buenas relaciones’’ y cooperación entre ambas naciones.
No ha habido ni habrá reciprocidad en esa relación.
El gobierno que encabeza Claudia Sheinbaum ha hecho lo que el presidente de EUA le ha pedido, primero para evitar que impusiera aranceles generales a los productos de exportación mexicana y después para tratar de evitar que cobrara un impuesto adicional a las remesas de los migrantes mexicanos.
Reforzó la seguridad en ambas fronteras del país para frenar la migración, le entregó envueltas en papel celofán a 29 narcos famosos, entre ellos a Rafael Caro Quintero.
Ha logrado la captura de algunas cabezas importantes de los cárteles del narco -faltan los verdaderos dueños-.
Nada de eso le ha parecido suficiente al gobierno trumpista.
Justo el día que la Casa Blanca reconoce que la entrada de fentanilo a su país ha caído drásticamente gracias a la cooperación del Gobierno mexicano, Trump aumenta del 25 al 50% los aranceles al aluminio y al acero mexicanos.
Unos días después de este incremento, se ordenó una redada en el centro de Los Ángeles en la que fueron detenidos varias decenas de mexicanos.
Trump envió ayer a Los Ángeles a 2,000 militares de la Guardia Nacional, que ya tuvieron su primer choque con migrantes.
¿De qué le sirve a la Presidenta que Trump la elogie si en los hechos aprieta a su gobierno con aranceles, le pega a las remesas y ahora persigue a migrantes?
El problema es que no tenemos parque para negociar.
Eso lo saben Trump y sus asesores; a menos que los estadounidenses sepan algo que los mexicanos no sabemos (pero sospechamos) y que eso se convierta en un moneda de cambio.
Sin estrategia para defendernos como país (eso de la cabeza fría dio resultado una o dos veces), estamos a merced de los apetitos trumpianos.
¿Qué será lo que quiere el güero?
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A los desencuentros con el gobierno estadounidense sume usted la feroz crítica que hizo la misión de observación de la OEA a la mal llamada elección del Poder Judicial.
La organización dijo en un informe preliminar “que no recomendaba’’ a ningún país de la región elegir a su Poder Judicial en la forma como ocurrió en México porque sencillamente no había ninguna garantía de que los juzgadores sean imparciales.
La crítica motivó la airada reacción de la Cancillería y de la propia presidenta Sheinbaum, que consideró “injerencista’’ el informe de la OEA.
Críticas al proceso ha habido varias, pero la más significativa ha sido precisamente la de la OEA, por su propio peso específico.
En cambio, ningún gobierno ha felicitado a nuestro país, convertido por decreto “en el más democrático del mundo’’.
¿Por qué será?
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Por cierto, trascendió que la primera parte del informe preliminar de la OEA se elaboró con base en estudios entregados por abogados de la oficina de la ministra presidenta Norma Piña.
En la Corte hay malestar entre los ministros afines a la 4T, quienes critican “la falta de tacto político’’ de Piña y su confrontación constante con López Obrador y Sheinbaum.
La molestia radica en que consideran que el informe de la ONU no solo descalifica la reforma judicial, sino que también daña al INE, que solo cumplió con su mandato constitucional.
@adriantrejo