Eduardo López Betancourt
elb@unam.mx
Comparte historia con México
Siempre se ha discutido si Centroamérica debió formar parte de México o si fue conveniente, como finalmente ocurrió, que se separara sin mayor explicación. Aún persiste el debate sobre si esta división fue lo mejor que pudo sucederle a México o si benefició a nuestros hermanos centroamericanos.
En esta región existe una diversidad de naciones. Una excepción particular es Belice, ya que fue un territorio británico y siempre se manejó de manera independiente. Sin embargo, hay otros seis países con los que compartimos historia, idioma, costumbres y formas de pensar.
En la mayoría de ellos se presentan conflictos similares. El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua enfrentan altos niveles de violencia y criminalidad. En cambio, Costa Rica y Panamá presentan condiciones diferentes. En el caso de los “ticos”, han logrado construir una democracia ejemplar, donde destaca el respeto al Estado de Derecho. No cuentan con fuerzas armadas, y su seguridad está a cargo de una policía profesional que actúa con base en normas claras. Por ello, Costa Rica ha sido reconocida como la “Atenas de la región”.
Panamá, por su parte, se beneficia del canal que conecta ambos océanos, lo cual ha contribuido a reducir tanto la pobreza como las actividades delictivas. Esto se refleja en la baja tasa de migración de su población.
El Salvador es gobernado por Nayib Bukele, quien ha encabezado una ofensiva contundente contra las pandillas, lo que ha generado una notable disminución en la violencia, aunque no del todo y en los flujos migratorios. Empero, al igual que en otros países de la región, se observa un debilitamiento de las instituciones democráticas y el avance de gobiernos autoritarios.
En resumen, América Central (con excepción de Costa Rica y Panamá) enfrenta problemáticas similares a las de México, especialmente en lo económico. La corrupción sigue siendo un obstáculo significativo que impide mejorar las condiciones de vida de sus habitantes.
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