Las señales son claras, inequívocas y contundentes: México está al borde de la recesión. Y no, no se trata de elucubraciones o invenciones de quien firma este artículo. Se trata de proyecciones del mismísimo Banco de México (Banxico), que esta semana corrigió su pronóstico de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para nuestro país de 0.6 a sólo 0.1% para este año. ¡Terrible!
Y este débil entorno no se lo podemos achacar a la presidenta Claudia Sheinbaum. El responsable de nuestra preocupante debilidad económica reposa plácidamente en estos momentos en la comodidad de su finca ubicada en Palenque, Chiapas: Andrés Manuel López Obrador, quien tras concluir su gestión (de 2018 a 2024) nos heredó a todos los mexicanos nada menos que el peor sexenio de la historia en cuanto a crecimiento económico desde los días de Miguel de la Madrid (1982-1988), los cuales arrojaron un lapidario 0.0% de crecimiento.
México está atascado y estancado en materia económica por diversos factores, quizá los dos principales son la pandemia del Covid (2020-2023) y nuestra incapacidad para capitalizar las oportunidades ante el nearshoring y, por supuesto, también nos está pegando el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, con sus famosos aranceles.
El informe trimestral enero-marzo, recién presentado por Banxico, detalla un panorama sumamente complicado en materia económica para el país. Y aunque no menciona por ningún lado la palabra “recesión”, su Junta de Gobierno destacó que existe una profunda desaceleración que seguramente se extenderá hasta 2026. Es más, ya hasta nos aventó su pronóstico para el PIB del año próximo, el cual bajará de 1.8 a 0.9%.
Ante semejante panorama, no queda más remedio que aceptar que López Obrador jamás tuvo la más mínima idea de cómo contrarrestar la llamada “pesadilla neoliberal” que nos dejó crecimientos de 4.0% durante el sexenio de Carlos Salinas; 3.50% en el de Ernesto Zedillo; 1.90% en el de Vicente Fox; 1.40% en el de Felipe Calderón y 2.0% en el de Enrique Peña.
El tabasqueño, enredado y guillotinado por su propia verborrea, juró y perjuró durante sus actos de campaña previos a llegar a la presidencia de la República que México tendría un crecimiento anual en su PIB de 6.0%.
Y hacia afuera la cosa también pinta muy complicada para nosotros. Tan sólo hay que echarle un vistazo a los números de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que a inicios de año presentaron su diagnóstico de crecimiento para 2025 en el Continente Americano y México quedó en la posición número 15 con una proyección de crecimiento de 1.2%, contrastando con el primer lugar de dicha proyección, Argentina, que presenta 4.3%.
Por lo tanto, la única interrogante que nos queda por hacer es, ¿cómo revertir este denso y oscuro panorama?, porque ya quedó demostrado que la muletilla de los “otros datos” no funciona para nada. La realidad es más poderosa.
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