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Esto no es terapia (ni lo será)

No todo lo que hace bien es terapia. Y no todo lo que parece terapia, lo es.

Bailar con tus amigas puede ser catártico. Llorar viendo una película puede liberarte. Ir a una clase de yoga puede ayudarte a respirar mejor y hasta a dejar de insultar mentalmente al del tráfico. Todo eso puede ser necesario, sanador, poderoso. Pero no es terapia.

Tampoco lo es tomarte una copa de vino mientras hablas de tu infancia. Ni irte de viaje sola para “conectarte contigo misma”. Mucho menos pagarle a un coach de abundancia que te jura que todo lo malo que te pasa es porque “no has vibrado alto”. ¿Terapia? No, querida. Eso es una estafa emocional con incienso y frases de Paulo Coelho mal entendidas.

Hemos confundido tapar el malestar con salud mental. Hemos romantizado tanto la autosuperación que ahora cualquiera con un aro de luz y una cuenta de TikTok se autonombra sanador emocional. “Yo también doy terapia”, dicen, como quien hornea brownies con cannabis y se cree farmacéutico.

El problema no es solo de títulos (aunque importa, y mucho). El problema es que estamos dejando en manos del marketing lo que antes requería años de formación, supervisión clínica y confrontarse con la propia mierda interna. Porque sí, dar terapia también duele. Y recibirla, ni se diga.

Lo más preocupante es que esta banalización no viene de la nada. Viene del abandono institucional de la salud mental. De un sistema que prefiere decirte “échale ganas” antes que darte acceso a atención psicológica digna. De una cultura que sigue creyendo que ir a terapia es de locos o de débiles, pero pagar mil pesos por una lectura de tarot “es una inversión en tu energía”.

Por eso necesitamos hablar de lo que sí es terapia:
Es un espacio donde te escuchan sin juzgarte, pero también sin complacerte.
Es donde puedes hablar de lo que más miedo te da, sin que te cambien el tema por “lo positivo”.
Es un proceso, no una charla motivacional.
Es ciencia, ética, método, y también vínculo humano.
Es lo que pasa cuando dejas de actuar y empiezas, poco a poco, a hablar de verdad.

Así que la próxima vez que alguien te diga que “su taller de respiración de útero sagrado” le cambió la vida, sonríe. Está bien. Hay muchas cosas que ayudan, y todas valen. Pero por favor, no olvidemos esto: la salud mental es algo serio. No es un lujo, ni una moda. Es un derecho. Y la terapia, la verdadera, sigue siendo uno de los caminos más profundos y humanos para alcanzarla.

Aunque claro, siempre puedes elegir la alternativa: repetir mantras frente al espejo y esperar que tu niño interior te conteste por WhatsApp.

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