Por Eduardo López Betancourt
Lamentablemente el Otis y después el John, acabaron con el bello puerto.
Acapulco tiene una historia impactante, se convirtió en el lugar más exclusivo del mundo, nadie de los más altos niveles del planeta, dejó de visitar y gozar tan hermoso lugar. Son varias sus características, la temperatura de su agua, el sol en 350 días al año cuando menos, el servicio notable, todo ello provocó lo inigualable de tan importante centro turístico, nadie resistió ir de vacaciones, de luna de miel y aún para vivir.
En este último caso tengamos presente que el Sha de Irán, Mohammad Pahleví, quien decidió habitar en tan bello puerto, en el año de 1979, después de sus conflictos políticos y teniendo oportunidad de estar en varios lugares de todo el mundo optó por construir una gran mansión en el excelente puerto guerrerense.
Acapulco debido a malos gobiernos comenzó su decadencia en el año 2000, al extremo de que se sustituyó la hotelería por grandes condominios, la mayor parte de ellos construidos con el alto grado de perversión; la voracidad, la mentira y las picardías de constructores son las principales causas de su caída; así autoridades siniestras, dieron por resultado el que Acapulco dejara de ser un centro turístico de excelencia, dando lugar a otros sitios muchos menos gratos, sin que se pueda comparar con sus indiscutibles cualidades.
Aún peores que el huracán Otis y la tormenta John, han sido las pésimas autoridades que se han vertido sobre el puerto, un ejemplo de ellos es la empresa que controla el agua, denominada CAPAMA, la cual se hunde en un burocratismo atroz con conductas que llegan a la absoluta ineficacia, su titular Hugo Lozano, es incapaz, ausente de conocimientos, con una actitud prepotente. Una manera de actuar es imponer al azar aún en casa abandonadas, como ha sido el caso cotidiano, dados los fenómenos naturales de cuotas tan elevadas, por consumo de agua inexistente a quienes descaradamente les propone a través de terceras personas, reducir el pago, siempre y cuando entreguen cantidades sin justificación.
El caso de CAPAMA, solo es un ejemplo de la corrupción que invade al hermoso puerto y a la propia entidad suriana.
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