El cineasta iraní Jafar Panahi, conocido por su crítica abierta al régimen de los ayatolás y su resistencia artística frente a la censura, declaró que no siente ningún temor ante su inminente regreso a Irán, tras recibir la Palma de Oro en el Festival de Cannes por su película Un Simple Accidente.
“En absoluto. Mañana nos vamos”, respondió el director en una entrevista en la que habló sobre la posibilidad de represalias a su regreso, teniendo en cuenta el contenido político de su filme y su historial de enfrentamientos con las autoridades iraníes.
El realizador rodó la cinta de manera clandestina, ofreciendo una mirada crítica al poder en su país y dando un nuevo acto de valentía cinematográfica.
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Panahi, que ha sido encarcelado en dos ocasiones y restringido por años en sus actividades artísticas, pudo acudir a Cannes por primera vez en 15 años para recoger el máximo galardón del certamen.
Con humildad, restó importancia al reconocimiento personal: “Este premio no es para mí. Es para todos los cineastas iraníes que hoy no pueden trabajar. Esperamos que algún día todos puedan hacerlo libremente”.
Camino de crítica
La película premiada, como otras obras anteriores de Panahi, fue realizada en condiciones adversas, desafiando la vigilancia estatal. Su contenido, considerado una denuncia implícita al sistema político de Teherán, pone de nuevo en el centro de la escena internacional las dificultades que enfrentan los artistas iraníes que intentan expresarse sin restricciones.
Pese a su carácter disidente, incluso la agencia oficial iraní IRNA reconoció la victoria de Panahi y destacó el impacto del logro.
“El mayor festival de cine del mundo ha hecho historia para el cine iraní”, publicó en un despacho que también recordó la primera Palma de Oro para Irán, conseguida por Abbas Kiarostami en 1997.
No obstante, las autoridades iraníes no han emitido declaraciones oficiales sobre el premio ni sobre el regreso del director.
Triunfo acompañado
Muchos interpretan el triunfo de Panahi como un símbolo de resistencia cultural frente a un contexto represivo.
La comunidad cinematográfica internacional ha seguido su carrera con admiración y preocupación por las restricciones que enfrenta, y su victoria en Cannes refuerza el papel del cine como forma de denuncia y libertad.
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En un festival donde el arte y la política han vuelto a entrelazarse, Un Simple Accidente no solo obtuvo el reconocimiento de un jurado prestigioso, sino que también encendió un foco sobre la situación del cine independiente en Irán.
Panahi, una figura emblemática de esa lucha, regresa ahora a su país con la convicción de quien ha decidido no callar, aun cuando el riesgo persiste.
