Ultimo Messaggio

Capacitan a personal de salud en Escárcega para detectar paludismo Alista Betzabé cierre de campaña en Gómez Palacio

Los hechos de violencia difícilmente son hechos aislados sin un discurso de fondo. No es que todos los eventos violentos estén conectados, pero si hay una narrativa en común.

No me estoy adelantando a ninguna de las investigaciones que hace la autoridad después del asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz, dos funcionarios cercanísimos a la jefa de gobierno, Clara Brugada. Por demás una pérdida grande y profunda para la ciudad.

Tampoco me adelanto sobre los posibles autores del crimen ni sobre los móviles. Es solo que ningún hecho de violencia sucede sin que haya un discurso abierto o implícito.

Pero este caso de violencia es un reto franco y claro a quienes ejercen el poder en Ciudad de México, no sólo porque pegó en el centro de su operación, sino porque también como se vio en las imágenes de los velorios que vinieron después, los funcionarios también estaban conectados a una vinculación social.

Las autoridades capitalinas tienen frente a ellos un reto mayúsculo en la impartición de justicia en este caso. En todos, por supuesto, pero en este en particular.

Es simplemente que cualquier hecho violento habla de una percepción de las capacidades del Estado. Habla sobre una posibilidad de impunidad o de transmitir un mensaje. Un mensaje de poder, un reto a casi cualquier orden. Un mensaje de que no está la sensación de que habrá un castigo.

Mis aseveraciones serían injustas si solo se concentran en Ciudad de México. Los ejemplos están en otros estados. En situaciones diferentes, pero efectos iguales. Cada hecho de violencia tiene un mensaje, uno de impunidad.

Hace unos días, en plena transmisión en vivo en la red social de TikTok asesinaron a Valeria Márquez frente a sus seguidores.

El video además permaneció arriba algunas horas como un recordatorio de que los hechos pueden llevarse a cabo y sea cual sea el motivo puede terminar con la vida de alguien.

Otro caso en Oaxaca, una comunidad de niños indígenas triquis está de duelo por segunda vez en menos de un año porque asesinaron a otro de sus entrenadores del equipo de basquetbol. El primero fue en noviembre del año pasado.

Desde el primer asesinato lo dicho por las autoridades se repite casi como una copia entre uno y otro: se investiga a profundidad, no habrá posibilidad de que quede impune… Aunque queda.

Y aquí la duda genuina: ¿Cuánta violencia es suficiente para transmitir un mensaje?

La existencia de la violencia siempre habla sobre las capacidades de un Estado. Sobre lo que puede lograr, lo que puede investigar y lo que puede castigar.

El que haya o no violencia habla de la fuerza con la que cuenta un Estado para garantizar paz a quienes gobierna y en el caso de Ciudad de México, también habla de su capacidad de conservar su operación.

Por eso esta vez es indispensable que no haya impunidad. Porque el mensaje tiene que ser lo más sonoro posible.

 

     @Micmoya

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *