Redacción
El gobierno de Donald Trump amplió las sanciones económicas contra la Universidad de Harvard y bloqueó el acceso a 450 millones de dólares en subvenciones federales. Esta decisión se sumó a la congelación previa de más de dos mil millones de dólares, en medio de un conflicto prolongado entre la administración federal y una de las instituciones académicas más reconocidas del país.
La medida fue comunicada mediante una carta enviada por un grupo de trabajo federal centrado en el antisemitismo. En el texto se atribuye la decisión a fallas de la universidad en el manejo de episodios de discriminación en el campus, y se cuestiona su compromiso con los estándares de excelencia académica. La postura del gobierno se enfoca en acusaciones de parcialidad ideológica, señalando a Harvard como un entorno dominado por una visión política sesgada y por incidentes vinculados al antisemitismo.
El documento, firmado por autoridades de los departamentos de Educación, Salud y Servicios Humanos y de la Administración de Servicios Generales, sostiene que la universidad no ha respondido de forma adecuada a las inquietudes planteadas por el Ejecutivo. Estas incluyen exigencias para modificar su estructura directiva, reformular los criterios de admisión, auditar la composición del cuerpo docente y estudiantil, y garantizar la presencia de perspectivas ideológicas diversas.
Las acciones del gobierno también han alcanzado a otras universidades como Columbia, Pensilvania y Cornell, lo que refleja una estrategia más amplia dirigida a instituciones que mantienen políticas vinculadas a la diversidad y al activismo estudiantil. En el caso de Harvard, se ha mencionado incluso la posibilidad de quitarle el estatus de exención tributaria y restringir la entrada de estudiantes internacionales.
Desde el inicio del conflicto, la universidad ha optado por una vía legal para frenar las sanciones. A través de una demanda judicial, busca revertir la congelación de los fondos y ha expresado su desacuerdo con las medidas federales. Su presidente, Alan Garber, negó que Harvard favorezca una ideología determinada y aseguró que la institución actúa dentro del marco legal, con iniciativas concretas para hacer frente a la discriminación.
Las tensiones aumentaron tras la sentencia de la Corte Suprema de 2023 que revocó el uso de criterios raciales en el proceso de admisión, medida que afectó directamente a Harvard. A esto se sumaron informes internos donde se documentaron episodios de acoso antisemita, utilizados como argumento por el gobierno para justificar nuevas restricciones.
El escenario actual plantea desafíos importantes para la universidad en términos de financiamiento, autonomía institucional y reputación, en medio de una disputa donde se cruzan intereses políticos, académicos y sociales.