Desempleada y con el instinto protector de madre, Cristina Robles Orta se abrió paso hace más de 2 décadas como organillera, cuyo oficio lo describe con origen machista, lo cual enfrentó.
Con su organillo y uniforme beige de los Dorados de Villa sacó adelante a sus tres hijos, recorriendo con sus melodías las calles y cantinas de la Ciudad de México, donde recibía el dinero por su música.
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Hoy, es reconocida como la primera mujer organillera a nivel nacional, lo cual la llena de orgullo y mucha alegría, aseguró.
Recordó que comenzó como organillera en diciembre de 2001, luego de perder su empleo. Su padre, Santos, le enseñó y la inició en el oficio, tomando como base la explanada del Palaciode Bellas Artes, aunque sus primeras experiencias, recordó, no fueron tan gratas.
“Las experiencias fueron fuertes porque existía mucho machismo en este oficio. No creían a las mujeres por el hecho de que teníamos que entrar a las cantinas. Creían que a la mujer le iban a dar menos dinero de cooperación sólo por ser mujer”, mencionó.
La tradición de organillera
Tras 24 años de recorrer las calles en la capital del país, Cristina consideró que hay más oportunidades para las mujeres, aunque se mantiene la violencia hacia el oficio.
“Hemos tenido las malas experiencias de que nos avientan agua, nos corren. A mí me han llevado al Torito por defender mi oficio, algún vecino le molestaba que yo estuviera tocando, me mojaban y yo defendía mi oficio, mi instrumento, para que no lo mojaran, pero terminamos a golpes y encerrados”, narró.
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Pese a esas malas experiencias, Cristina no se intimidó, no sólo logró sacar adelante a sus hijos, sino que llegó a concluir los estudios de preparatoria.
Ahora con sus hijos ya mayores, esta mujer orgbanillera busca retomar sus estudios y quiere cursar una ingeniería.
“Yo solo venía por un ratito, pero se le toma amor a este oficio. Tengo tres hijos. De chiquitos les gustaba venir y verme trabajar. Gracias a este oficio pagué mi prepa y ahora estoy por cursar y terminar una ingeniería”, compartió.
Oficio de Orgullo
Sobre el origen del organillero, explicó que es una tradición familiar, en la que nuevas generaciones se siguen sumando.
“Surgieron en 1958, en el Porfiriato. Trajeron instrumentos a México. Según la historia, Francisco Villa, incautó unos aparatos y cuando tenía sus espacios libres, antes de irse a una enfrentamiento, amenizaban sus reuniones con música de organillos. Las personas que tocaban estos aparatos los tenían vestidos de beige y fueron nombrados los Dorados de Villa”, comentó.
Cristina reveló que lo que más disfruta de su oficio es estar acompañada de música y caminar por las calles de la Ciudad de México.
“Poco a poco han vuelto a vernos a las mujeres. Cuando un matrimonio termina, esas mujeres no pueden esperar a un juez que les asigne pensión, ellas tienen que dar de comer a sus hijos, son responsables en el trabajo, y de una manera así se ha visto”, puntualizó.