La reciente amenaza del presidente estadounidense Donald Trump de imponer un arancel del 100 por ciento a las películas producidas fuera de Estados Unidos encendió las alarmas en América Latina, una región que en los últimos años se ha consolidado como territorio fértil para la producción audiovisual internacional. La falta de detalles sobre el alcance y aplicación de esta medida genera un clima de incertidumbre entre cineastas, plataformas de streaming y autoridades.
“Queremos películas hechas en Estados Unidos de nuevo”, afirmó Trump, al anunciar su intención de castigar a Hollywood por llevar sus producciones al extranjero. Sin embargo, su propuesta carece de precisión jurídica y operativa. “Los aranceles, por lo general, se aplican a bienes, no a servicios. Y la producción audiovisual es un servicio”, recordó el productor argentino Axel Kuschevatzky.
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El temor a un impacto económico es compartido en la región. En Brasil, Marianna Souza, presidenta de la Asociación Brasileña de Producción Audiovisual, se cuestiona si el impuesto alcanzará a películas estrenadas en salas, en plataformas digitales o ambas. También duda de si afectará solo a producciones extranjeras o también a las realizadas por estadounidenses en otros países.
Colombia, convertida en polo de filmaciones por sus incentivos fiscales, podría ser de las más golpeadas. “Netflix, Amazon, HBO y demás están produciendo aquí porque es más barato que hacerlo en Estados Unidos”, explicó Gustavo Suárez, académico de la Universidad del Valle. Según sus cálculos, entre 60 y 70 por ciento de las producciones colombianas están ligadas a servicios internacionales.
Perdidas por aranceles
El posible freno a estas colaboraciones implicaría, además de pérdidas económicas, una reducción drástica en el empleo para técnicos y creativos. “Si los aranceles entran en vigor, ya no vendrán producciones gringas y habrá menos puestos de trabajo para guatemaltecos”, advirtió Pamela Guinea, productora del país centroamericano.
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México, uno de los grandes motores audiovisuales de la región, aún no se ha pronunciado oficialmente. Tanto la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (CANACINE) como el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) se mantienen en reserva. “Aún es muy prematuro”, declaró una fuente a la AFP.
Kuschevatzky plantea una interrogante clave: ¿Qué significa realmente “hecha en Estados Unidos”? ¿Importa el lugar del rodaje, la nacionalidad de los productores o la propiedad intelectual?