Redacción
Una falla eléctrica sin precedentes dejó a España, junto con zonas de Portugal, Francia e Italia, sumida en la oscuridad desde las 12:38 del 28 de abril. La magnitud del apagón, que afectó a millones de personas y paralizó servicios clave, generó una profunda incertidumbre en la población y obligó a las autoridades a activar todos sus protocolos de emergencia.
Durante más de doce horas, ciudadanos y turistas se vieron atrapados en hospitales, escuelas, ascensores, medios de transporte y centros comerciales. La falta de semáforos causó un caos vial severo, mientras que la interrupción de las comunicaciones, incluida la telefonía celular, agudizó la angustia al dificultar el contacto entre familiares.
Los primeros informes desde el gobierno indicaron que el colapso energético podría tener su origen en un ciberataque. Esta posibilidad sigue bajo análisis, mientras expertos continúan trabajando para esclarecer el incidente. La respuesta institucional se enfocó en llamar a la calma, mantener la cooperación ciudadana y priorizar el restablecimiento del suministro eléctrico.
En medio del apagón informativo, la población actuó con notable solidaridad. Se compartieron alimentos, agua y transporte con quienes quedaron varados en estaciones y en las calles. En los hospitales, el personal médico continuó con sus tareas apoyado por generadores de emergencia, mientras que algunas escuelas permanecieron abiertas para resguardar a los alumnos más vulnerables.
La situación fue particularmente grave en Madrid, donde el aeropuerto funcionó parcialmente gracias a sus sistemas de respaldo. Aunque se suspendieron muchas clases, las autoridades educativas mantuvieron abiertas las instalaciones para brindar refugio. A pesar de la parálisis en la red ferroviaria y en el metro, no se reportaron incidentes de violencia o vandalismo a gran escala, lo cual permitió gestionar la emergencia con mayor eficiencia.
La caída súbita de unos 15 gigavatios en la red ibérica desestabilizó el sistema eléctrico, que mantiene conexiones limitadas con el resto de Europa. Esta desconexión dejó expuesta la fragilidad de una infraestructura que todavía enfrenta retos de integración regional. La situación volvió a poner en el centro del debate la necesidad de reforzar las interconexiones entre países, sin que exista aún consenso sobre el camino a seguir.
Hacia la madrugada del día siguiente, Red Eléctrica comunicó que gran parte del suministro ya había sido restablecido. A pesar de ello, se recomendaron medidas de precaución como reducir el uso del transporte público y limitar las llamadas telefónicas. Mientras tanto, el Consejo de Seguridad Nacional se prepara para evaluar la situación a fondo y coordinar futuras acciones.
La jornada concluyó con una muestra de alivio en las calles. Con el regreso paulatino de la energía, grupos de personas celebraron el restablecimiento del servicio. Sin embargo, persisten interrogantes clave sobre el origen del apagón, la capacidad de respuesta ante eventos similares y el rumbo que tomará Europa en su política energética en un contexto de creciente tensión digital.