El presidente ruso, Vladímir Putin, ordenó un cese de hostilidades en Ucrania del 8 al 10 de mayo, al alegar razones humanitarias y en honor al 80 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi. Sin embargo, el gesto ha sido recibido con escepticismo por Kiev, que exige un alto el fuego inmediato y duradero de al menos 30 días.
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El anuncio, emitido por el Kremlin, advierte que las fuerzas rusas “responderán de manera adecuada y eficaz” ante cualquier violación por parte de Ucrania.
El Ministro de Exteriores ucraniano, Andrii Sibiga, replicó que “si Rusia realmente desea la paz, debe cesar el fuego de inmediato”, criticando la espera hasta el 8 de mayo y reafirmando la disposición de Ucrania a apoyar una tregua amplia y prolongada.
El inicio de la guerra
La guerra, que inició hace tres años con la ofensiva rusa, ha dejado decenas de miles de muertos y mantiene polarizadas a las principales potencias. Ahora, con Donald Trump de regreso en la Casa Blanca, Estados Unidos busca apresurar un acuerdo de paz, aunque las condiciones exigidas por Moscú —la rendición ucraniana, la renuncia a la OTAN y el reconocimiento de territorios anexionados— complican cualquier avance.
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El jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, insistió esta semana en que la aceptación internacional de la anexión de Crimea y otras cuatro regiones ucranianas es “imperativa” para cualquier acuerdo. Ucrania, respaldada por sus aliados europeos, rechaza de plano esta exigencia, advirtiendo que ceder sentaría un peligroso precedente global.
Mientras tanto, Trump presiona por una solución expedita, aunque sus declaraciones recientes, insinuando que el presidente ucraniano Volodímir Zelenski podría reconsiderar la soberanía de Crimea, alimentan inquietudes sobre el costo de una paz negociada bajo términos favorables a Moscú.
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Aunque Putin ya había ordenado una tregua por Pascua en abril, las hostilidades continuaron ante acusaciones mutuas de incumplimiento.