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Por Ricardo Sevilla

No es un secreto que la cultura en México lleva sexenios secuestrada por una elite.

Pero los nombres de Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, en quienes hay recaído los señalamientos, son únicamente dos ejemplos de una abultada caterva personajes que, durante décadas, se han beneficiado de becas, subsidios, plazas y contratos millonarios en las altas esferas del poder conservador.

En el mundillo cultural, que tiene a sus miembros mejor pagados en la UNAM, el Colegio Nacional y la Academia Mexicana de la Lengua, no solo está el amigo de Krauze: Guillermo Sheridan.

Lamentablemente, hay otros casos similares.

Y uno de ellos es el de Margarita Glantz Shapiro, una mujer que, a sus 95 años, tiene un sueldo mayor al de la presidenta de México.

Glantz, una escritora cuyos libros son desconocidos por el grueso de la población, y no ha dejado obra perdurable, lleva 64 años cobrando un jugoso sueldo en la UNAM.

Esta señora obtiene, sin desvelarse ni fatigarse, 40 mil 911 pesos de “remuneración bruta”.

Por si fuera poco, Glantz recibe por “estímulos correspondientes a los niveles de contratación”, 154 mil 269 pesos mensuales.

Y en La UNAM, nos aseguran, cada tres meses le dan un bono de 200 mil pesos.

Pero, además de cobrar en La UNAM, Glantz –que es una mujer muy próspera– tiene 36 años cobrando en el Sistema Nacional de Investigadores (SNII), que le otorga un apoyo de 40 mil pesos mensuales.

Cabe destacar que, además de los 31 años que tiene cobrando como emérita, Margo no ha impartido una sola clase. Está jubilado, claro.

Hace unos días, una conferencia de

Glantz en la UNAM fue interrumpida por estudiantes que condenaban el genocidio en Palestina.

Los jóvenes acusaron a la becaria emérita de propalar, en su cuenta de X, mensajes islamófobos y noticias falsas.

Casos como el de Margo Glantz y el de Guillermo Sheridan (que en su momento denunciamos)evidencian un execrable sistema de privilegios donde un grupo de individuos influyentes no requieren concursar para obtener beneficios.

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