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Por Sabina Berman

Me comunicó con Audrey Tang, la primera Ministro Digital que hubo en Taiwán, para pedirle que narre cómo puso la tecnología al servicio de la Democracia.

Al verla en la pantalla del zoom me llama la atención su género sexual: no lo reconozco: es hombre o es mujer, no sé. Camisa verde, pelo lacio, largo y oscuro, una quijada cuadrada pero una voz suave y cálida de mujer.

Todo contra el fondo de una foto de la Tierra de noche, bordeada de un aura de luz. 

Audrey me dirá más adelante que nació hombre y en su adolescencia decidió ser mujer, y hoy a sus 40 y tantos años es una y otra cosa. No una u otra cosa. Una y otra cosa.

–Llámame en femenino y en masculino, como prefieras –se sonríe. –No soy binario.

Y de hecho durante la conversación lo llamo en masculino y luego en femenino, sin que nadie parpadee.

Lo que por cierto encaja con que Audrey no se define en política como de un partido u otro. Solo es pro-democracia. Pro que el demos, el Pueblo, gobierne.

–¿Qué hiciste concretamente en Taiwán para que eso suceda? –le pregunto.

De la extensa conversación, elijo lo que me contó Audrey de los muchos plebiscitos que se realizaron bajo su administración.

–Muchos temas se decidieron por votación y fuimos aprendiendo en el camino cómo hacerlo.

El internet permite que millones de personas voten por algo y así se decida. Toda la parafernalia de las elecciones comunes –urnas, anuncios, conteo manual–se ahorra. Por eso los plebiscitos pueden ser muy a menudo.

Pero hay bastante más que decir al respecto.

–Te pongo un ejemplo –me dice. –Tenía que decidirse si se retrasaría el horario por una hora. Se votó y 2/3 quería que sí se atrasara y 1/3 no quería que el horario no se moviera. ¿Qué hacer entonces?

Había tres soluciones. Una, se retrasaba porque lo decidió la mayoría. Dos, se promediaba: se movía el horario 45 minutos, lo que hubiera hecho infelices a todos. O tres, se seguía debatiendo los pros y contras de cada decisión.

Alejado de toda ideología o partidismo, se siguió debatiendo qué cosa beneficiaba más y a más personas.

–Y es que la democracia debe tratar de problemas y soluciones concretas, no ideológicas o filosóficas.

En la siguiente votación se había creado una hiper-mayoría.

–Se cambió el horario.

En otra ocasión Audrey se dio cuenta que la pregunta que se respondía por votación era la equivocada.

–Se discutía si deberían prohibirse en las imágenes creada por la Inteligencia Artificial.

Luego de un intenso debate y una votación, nadie estaba feliz. Así que se cambió la pregunta, que se volvió ésta: ¿las plataformas de internet deben exigir que las imágenes fabricadas que circulan estén firmadas?

Se decidió que sí y que las plataformas pueden ser multadas si circulan imágenes artificiales no firmadas.

–Supón que alguien usa la cara de Audrey Tang para anunciar algo y es una imagen generada por IA. En Taiwán ahora es ley que la plataforma, Facebook o TikTok la que sea, debe pagar una multa.

Me cuenta de otro aprendizaje. Las posibles respuestas de la población pueden ser mucho más finas que un SÍ o un NO o el nombre de un político o de otros.

–Son los que están más cerca de los problemas y los conocen mejor que nadie.

Primero se puso a votación si los autos de Uber podían cambiar sus tarifas a su propia discreción. Luego se puso a debate cuáles eran las condiciones que debían determinar el cambio de tarifas y qué tanto según ellas.

Al final se aprobó por votación que los autos de Uber podían cambiar sus tarifas atendiendo a tres condiciones: según el horario, la geografía y la intensidad del tráfico, y se determinó cuánto podían cambiarlas dado el cruce de las tres condiciones.

–¿Cómo calificas el éxito de lo que hiciste en Taiwán?

Desde su estudio en San Francisco Audrey sonríe para decir:

–En 2016 la confianza de los taiwaneses en su gobierno era de 9%, seis años más tarde era de más del 70%.

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