Vaya momento el que estamos viviendo los trabajadores, donde los dizque líderes sindicales pasaron de ser charros a auténticos agachones, para terminar siendo expertos en el entreguismo al sistema. No son líderes, son pagados para callar. No nos equivoquemos, no representan a los trabajadores, representan sus propios intereses. Son los mismos de siempre mezclados con el exprófugo de la justicia que le robó mil millones de pesos a los mineros. “Por ahí dicen que se juntó el hambre con las ganas de comer”.
En manos de estos fantoches está una parte de los trabajadores de México, donde los que se hacen llamar líderes “renovados” se miden no por luchas ganadas sino por derechos entregados al Gobierno. Son aliados y cómplices de Napillo, el defraudador de mineros, quien fue encargado de subir al pleno del Senado en calidad de presidente de la Comisión del Trabajo, la iniciativa que topó las utilidades a 90 días. El muy cínico vendió la reforma como un “logro”, aunque en realidad desmanteló uno de los pocos beneficios reales que aún conservaban los trabajadores.
Fue una traición directa a la clase productiva, ya que mientras el bribón engañaba a los trabajadores y pactaba con los charros-agachones para no reclamar nada sobre el tope a las utilidades, la entonces secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, se sumaba al engaño y, el 23 de abril de 2021, afirmaba en La Mañanera y con López Obrador de testigo, que el tope a 90 días no aplicaría al sector minero y que, incluso, ningún trabajador saldría afectado.
Pero la bajeza del imitador de minero no termina en la aprobación de la reforma, sino que ahora inició varias huelgas engañando a los trabajadores y culpando a las empresas de no querer dar el 10 por ciento de las utilidades, cuando él mismo fue quien las limitó. Por años ha lanzado la piedra y escondido la mano, ha puesto en riesgo los ingresos de miles de obreros y, evidentemente, no ha ganado ni un quinto en favor de ellos. Por el contrario, cada paro se ha convertido en una tragedia económica. Basta preguntar a los trabajadores de Minera Tizapa, que van para ocho meses de huelga. Por ello, las y los mineros de Tizapa demandarán por daños y perjuicios al sindicato que emplazó a huelga.
Ese es el personaje con el que se vinculan los “renovados” charros-agachones y con el que hacen alianzas. Se sabe que, gracias a la traiciones que ha propiciado a los trabajadores, Napillo fue premiado con un puesto en el Consejo Técnico del Infonavit y también tiene hueso en el Consejo Técnico del IMSS, lo que se traduce en varios millones de pesos que van a su bolsillo y a una nula acción en favor de la clase trabajadora, su labor es ser omiso y callar ante cualquier inconformidad del sector obrero.
Ni él ni su grupo de charros se opusieron al tope de utilidades y menos lo harán al robo de 2.6 billones de pesos de las subcuentas del Infonavit.
Lo triste es que, mientras los representantes obreros buscan cómo evitar cualquier investigación en su contra, los trabajadores “pagamos los platos rotos” porque debemos torear las traiciones de estos charros-agachones y por otro lado, de manera directa el Gobierno nos quita 30 por ciento de nuestro salario en el pago de impuestos.
Al final, no se trata solo de charros que traicionan o reformas que engañan, se trata de una clase trabajadora abandonada, usada como moneda de cambio y condenada a luchar sola. Pero aún hay tiempo para despertar.
@Carlos_PavonC