Cada día se acumulan cada vez más los datos de que la estrategia del presidente Donald Trump en materia de comercio exterior con México -y desde luego con todo el mundo- está respondiendo a la reestructuración general de la globalización que se inició en diciembre de 1989 con dos eventos articulados: el derrumbe del muro de Berlín y el discurso del consenso de Washington para la globalización económica.
El comercio exterior había llegado a un punto en el que los proteccionismos de comercio exterior habían bloqueado la posibilidad sobre todo de las exportaciones. La integración de mercados internacionales -que había dado un paso muy audaz con la creación de la Unión Europea- convenció al presidente Bush Sr., al mandatario Salinas de Gortari y al primer ministro canadiense Mulroney de armar un mercado de casi 500 millones de personas entre los tres países.
En los hechos reales, el mercado norteamericano entre los tres países en realidad dependía en mayor medida de Estados Unidos por su capacidad de producción, avance tecnológico, y sobre todo con la capacidad productiva de un mercado que representaba por sí sólo el 61 por ciento de los consumidores.
A lo largo de 36 años, EU cedió su economía para la dispersión productiva y el mercado de consumo del comercio exterior estadounidense en ese periodo pasó de superávit al déficit, con los datos reveladores de que en México y Canadá no lograron producir artículos baratos para el consumidor medio y bajo de Estados Unidos y esa tarea la atendió con rapidez la producción de China y Vietnam que no estaban en el tratado trilateral.
El TLC se presentó como la oportunidad a México para ampliar su planta productiva nacional, pero en lugar de ello la comodidad cedió a otras naciones la participación en productos de exportación.
En síntesis, el Tratado de México con EU fue creado para generar nuevas relaciones de interdependencia, pero sin política industrial mexicana sólo se amplió la dependencia.
Zona Zero
Algunos datos circularon apenas en el ambiente de seguridad en el sentido de que pudiera estar arrancando una fase de persecución contra el Cártel Jalisco Nueva Generación, una vez que el Cártel de Sinaloa quedó descabezado y sin rumbo. Pero si el grupo de El Chapo e hijos no era violento contra el Gobierno, el de Jalisco sí le va a disputar territorio y poder al Estado mexicano a sangre y fuego.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
@carlosramirezh