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En el inicio de la Semana Santa, miles de templos del país se inundaron de palmas  para  celebrar el Domingo de Ramos. 

En Guerrero, el obispo de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, José de Jesús González Hernández pidió por la paz y lanzó un llamado al perdón, al encabezar la procesión de ramos en la catedral de Santa María de la Asunción de la Plazuela de Unidos por Guerrero al zócalo de la ciudad.

Al concluir la ceremonia, el obispo fue entrevistado por reporteros para saber si ya se había reunido con integrantes del crimen organizado, “Todavía no, estamos en eso”, dijo.

Como informamos, González Hernández sostuvo hace unos días que la Iglesia buscaba acercamiento con el crimen, para lograr la paz. 

RETOMAR TRADICIONES

El arzobispo de Acapulco, Leopoldo González González, llamó a evitar que se normalice la violencia y a pugnar por la paz.

En el Domingo de Ramos, el prelado llamó a todos los católicos a que colocaran el ramo atrás de la puerta, como lo hacían las abuelitas para no dejar entrar el mal.

“Van a poner esa palma en su puerta, las abuelas la ponían para pedirle a Dios que no entrará el mal. Pues debemos ponerla y comprometerse a no meter nunca el mal a nuestro hogar, ni el mal gesto, ni la mala palabra, ni el mal golpe, sea una palabra que nos hable de paz en nuestro hogar”, afirmó.

Al encabezar la procesión dijo que en esta Semana Santa tampoco debe haber indiferencia hacia “los hermanos” que han sido asesinados y crucificados por la violencia.

“Nuestros hermanos que han sido ejecutados, asesinados, desaparecidos, nuestros hermanos víctimas de la extorsión, del cobro de cuota o de piso, que nosotros no seamos indiferentes al dolor de las familias”, sentenció.

MOMENTO DE REFLEXIÓN

También hubo una celebración en la catedral de Cuernavaca, donde los feligreses se dieron cita para bendecir sus ramos, como símbolo de protección.

Ahí, el obispo de la capital de Morelos, Ramón Castro Castro, señaló que la Semana Santa es un momento de reflexión y gracias.

“No es una semana para quedarnos solo con vacaciones y con impresiones sentimentales, hemos de aprovechar este bellísimo tiempo de gracia para llegar a una compasión, a lo más profundo de nuestra actitud espiritual, para percibir el fondo de lo que significa la pasión de Cristo y de su resurrección, la raíz de su sufrimiento y la novedad exaltante que de él está brotando y la fuente de esperanza”.

 

 

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